Mesa redonda
En realidad la mesa era rectangular, pero nos entendemos. No sé, pero me gustaría que no fuera la única vez. Me gustaría que pudiera ser otra vez. O muchas veces. Quisiera volver a repetir la experiencia del pasado jueves veintiocho de noviembre en el Salón de Actos de la Casa de la Cultura de Villena, la experiencia de conferenciar junto a quienes, paisanos, fueron compañeros de carrera en la Universidad de Alicante desde 1981 hasta 1986. Compañeros, amigos y "familia". Porque algunos compartimos estudios, casa y mantel. Durante cinco años. Un lustro.
Cuando la Comisión de Edad de Oro. Los 50, un Tesoro nos propuso organizar una conferencia de contenido histórico sobre los años de nuestra infancia, sabía que contando con quienes podía contar, y que pronto e ilusionados aceptaron el reto, el acto no podía defraudar. Cinco años compartiendo inquietudes dan para conocerse mucho. A lo largo de nuestros estudios tuvimos la ocasión de sabernos. No sólo para la amistad. También para la ciencia. En algunas asignaturas, más en los últimos cursos, se nos exigían exposiciones orales que nos fueron curtiendo en el hermoso arte de la oratoria. Así que, conociéndonos como nos conocíamos, conociéndonos como nos conocemos, yo sabía que lo comprometido no podía fallar. Porque yo sabía del desenfado, sin descuidar el fondo de los asuntos, de Juan Ramón Hernández Ayelo. Porque yo sabía del rigor meticuloso de Luis Valdés Abellán. Porque yo sabía del estilo contundente y desafiante, pero lleno de bellezas, de Ángel Pérez Martínez.
Algunos habíamos coincidido en algún Congreso, cuando hacíamos nuestros pinitos en el ámbito de la investigación. Me acuerdo por ejemplo en el Congreso sobre el Señorío de Villena que se celebró en Albacete. Año 1986. Que nunca entendimos por qué no se celebró en Villena. Si fue por lo que se nos dijo es para maldecir a los irresponsables que lo evitaron. Si no, igualmente. Este Congreso tuvo otro desaguisado, el de dejar fuera de la publicación algunas comunicaciones interesantes que habían sido expuestas en las sesiones. También, la edición pudo ser mejor. El criterio del orden alfabético de autores, en vez del temático o cronológico, un absurdo.
Otro fue cuando el II Congreso de la Fiesta de Moros y Cristianos en Onteniente. Año 1985. Aquí lo pasamos bien. Lo pasábamos bien donde íbamos. Juventud divino tesoro. Juventud y ciencia. El Congreso de Onteniente se estropeó al priorizar el protocolo sobre el trabajo investigador. La presencia de la infanta Cristina desnortó a los organizadores que ya apenas se preocuparon de los investigadores. Esta es la sensación que tuvimos algunos de los que estuvimos allí. También la edad nos pedía ser un poco ese enfant terrible implícito a la juventud. En ocasiones impertinente.
Pero dejémonos de pasados y recordemos lo del jueves. Aunque al cabo también fue pasado. Pero no un pasado de abuelos batallitas. No, tan temprano no. Que lo de Juan Ramón Hernández fue sacar partido a unos documentos, principalmente de la revista anual "Villena" de 1963, y espolear la memoria y añoranzas del público. Especialmente cuando los cines y los programas de los cines. También de algunas empresas. Batallitas no, que lo de Luis Valdés fue precisar datos concretos económicos y demográficos, información socioeconómica, para verificar algunos de los importantes cambios habidos en la década de 1960 a 1970. Batallitas no, porque lo de Ángel Pérez fue un tsunami de dolor urbanístico por lo perdido y por lo que, de no actuar, se perderá en la ciudad, una denuncia contundente pero llena de bellezas expresivas. ¿Y lo nuestro?... Lo nuestro, fuentes. Fuentes y puentes para alimentar la memoria.