Mis Leyendas del Rock
Abandonad toda esperanza, salmo 577º
A Gabi, que me descubrió a Elliott Murphy; y a Sergio, que se empeñó en que descubriera Omega
Mientras muchos de ustedes, el director de este periódico incluido, disfrutaban en Villena de la buena música en directo, un exiliado como yo se ha tenido que conformar con tirar de DVD y televisión para montarse su propio festival veraniego en el salón de casa... Lo que tampoco está nada mal, teniendo en cuenta el aire acondicionado, las viandas a mano y la impresionante nómina de músicos convocados. Vean si no a los cabezas de cartel: nada menos que The Stooges, el mítico grupo surgido en Michigan a finales de los años sesenta y liderado por Iggy Pop, cuya mezcla de rock, punk y blues fue incomprendida en el momento de su debut pero que terminarían convirtiéndose en uno de los grupos más influyentes de las últimas décadas, y la banda sin la cual el rock alternativo no sería lo que es hoy. De ello da pruebas más que suficientes Gimme Danger, un documental dirigido por Jim Jarmusch (que ya filmó el imprescindible Year of the Horse a propósito de Neil Young y su banda) y protagonizado por Jim Oesterberg, nombre real de ese cantante que sobre el escenario se convertía en un diablo de Tasmania fibroso y de movimientos epilépticos. El film de Jarmusch, con soluciones formales tan divertidas y gamberras como los propios Stooges, da buena cuenta de toda la historia de la banda, desde sus orígenes -cuando prácticamente ninguno de sus miembros sabía tocar medianamente bien instrumento musical alguno- hasta su consagración, posterior disolución y regreso puntual; pasando por su relación con figuras clave de la música de la segunda mitad del siglo pasado, como el añorado David Bowie o la no menos mítica Nico, la musa de Andy Warhol y la Velvet Underground. Un documento imprescindible, por tanto, para cualquier aficionado al rock, no digamos ya para los seguidores de la banda que nos ha legado temas tan icónicos como "No Fun", "I Wanna Be Your Dog", "Raw Power" o la propia "Gimme Danger".
Aunque menos popular para el gran público que Iggy Pop, tan salvaje como la Iguana fue y es Jorge Martínez, el cabeza visible de los Ilegales, banda a la que está dedicado un documental de este mismo año dirigido por Juan Moya y Chema Veiga y financiado mediante una campaña de crowdfunding. La película, titulada Mi vida entre las hormigas, y de la que les adelanto no desmerece en nada el trabajo de cineastas tan reputados como el propio Jarmusch, se centra primero en el nacimiento y la evolución de la banda para convertirse luego en el retrato de su carismático líder, que pasó su juventud como un mod entre hippies, paseando por las calles de Gijón con un palo de hockey (!) a modo de arma letal; y que hoy, como líder de la formación Jorge Ilegal y los Magníficos, se plantea recuperar -algo parecido, salvando las distancias, a lo que también han hecho Santiago Auserón o Bunbury- las raíces más puras y lejanas de la música hispana. No obstante, la mayoría del metraje de Mi vida entre las hormigas se centra en los Ilegales y, haciendo honor a su "Tiempos nuevos, tiempos salvajes", responde a la santísima trinidad del sexo, las drogas y el rock'n'roll (más de estas dos últimas que de lo primero, todo hay que decirlo); a la vez que retrata a Jorge Martínez con todas las aristas de un artista tan complejo como complicado.
A más de uno le extrañará que incluya a Enrique Morente, el cantaor fallecido en 2010, entre mis particulares "Leyendas del Rock". Pero tal y como su título indica, el documental Omega que dirigen José Sánchez-Montes y Gervasio Iglesias no es un recorrido completo por la carrera de este mito del flamenco, sino el relato de la creación de su propuesta más arriesgada: el disco homónimo firmado junto a la banda punk rock Lagartija Nick y colaboradores estelares del gremio como Vicente Amigo, Cañizares o Tomatito. Gran admirador del también difunto Leonard Cohen, Morente había descubierto en los versos y las canciones del canadiense la huella de otro granadino ilustre, nada menos que Federico García Lorca, y lo que en un principio iba a ser una versión puntual del tema "Take This Walz" inspirado por el autor de Poeta en Nueva York acabó siendo un disco de versiones de Lorca y Cohen que fue recibido con desconfianza por los aficionados a la música eléctrica (yo mismo todavía no me he acostumbrado del todo a escuchar al mismo tiempo los quejíos de Morente y las guitarras de Lagartija Nick) y criticado de forma airada, cercana al escándalo, por los seguidores más puristas del flamenco. El año pasado, cuando se cumplió el vigésimo aniversario de Omega, se recuperaron gracias a Antonio Arias (cantante y bajo de Lagartija Nick y el otro gran protagonista de la película, junto a la familia de Morente) grabaciones de versiones inéditas y ensayos que se han editado junto al disco original remasterizado, un DVD con el propio documental y un libro de cien páginas con fotografías y documentos varios. Todo ello reunido supone un material que da fe de la importancia histórica de uno de los discos más radicales y arriesgados de la música española contemporánea.
Dejo lo mejor, o al menos lo que más he disfrutado, para los bises: el título de The Second Act of Elliott Murphy alude a una frase extraída de El gran Gatsby: "No hay segundos actos en las vidas americanas". Y así parecía que iba a ser para Elliott Murphy, cuya carrera arrancó en los años setenta editando cuatro discos con multinacionales que recibieron críticas excelentes -enseguida fue saludado como "el nuevo Bob Dylan"-, pero al que las ventas nunca acompañaron como merecía; una situación que le llevó a plantearse abandonar su carrera musical, y por la que finalmente tuvo que pasarse a la autoedición. Pero tal y como relata este documental de Jorge Arenillas que le sigue durante una de sus habituales giras por España, este músico admirado por muchos de sus colegas (su fan número uno es Bruce Springsteen, "el elegido" para triunfar tal y como afirma el propio Murphy en un momento del film) ha terminado por enmendarle la plana a F. Scott Fitzgerald: exiliado en París desde 1989, ha publicado ya más de una treintena de álbumes y da cerca de cien conciertos al año, la gran mayoría en Europa, acompañado hasta la fecha por el virtuoso guitarrista francés Olivier Durand, que se convierte así en el otro protagonista del documental. Un documental donde también aparecen Billy Joel, Willie Nile o el propio Springsteen, y un testimonio audiovisual del talento de este gran songwriter y novelista ocasional, al que he podido ver en directo en tres o cuatro ocasiones (una de ellas, en Villena) y del que me he convertido por tanto en un auténtico groupie. No se pierdan la película, ni tampoco la oportunidad de verlo en directo si tienen la ocasión.
Al hilo de esto, debo aclararles que el resto de documentales recomendados los he podido disfrutar en Movistar+; pero en cuanto a The Second Act of Elliott Murphy, aunque tengo entendido que está disponible en Filmin y Filmotech, yo les recomiendo que se lo agencien en DVD. Así lo he hecho yo, para poner mi granito de arena en que su protagonista pueda seguir viviendo de la música; y para que, en el próximo concierto que dé por estas tierras, me lo pueda firmar. Ya les decía que estoy hecho un groupie. Pero siempre con la ropa puesta, ojo.
Gimme Danger, Mi vida entre las hormigas y Omega están disponibles en la plataforma digital Movistar+; The Second Act of Elliott Murphy está editado en DVD por Cameo.