Mitologías modernas
Abandonad toda esperanza, salmo 72º
El escritor británico Neil Gaiman ha conseguido lo que muy pocos consiguen: aunar éxito y prestigio crítico, además de una pasmosa movilidad de un medio a otro y vuelta atrás cuando más le ha apetecido.
Aunque no era su primer trabajo en el medio, la serie The Sandman lo convirtió en un nombre indispensable del cómic adulto en los años 90. El proyecto consistía en recuperar un personaje clásico y semiolvidado de DC Comics, pero la compañía dio carta blanca a Gaiman, que aprovechó para crear un universo propio cargado de referencias mitológicas, protagonizado por el Dios del Sueño y el resto de los Eternos, con esa pizpireta Muerte que se ha convertido en todo un icono del movimiento gótico y siniestro.
Era tanto el talento del inglés que el mundo de la historieta se le quedó pequeño y dio el salto a la narrativa. Su última novela, recientemente editada en España, es Los hijos de Anansi. En sus páginas, que cuentan la odisea de Gordo Charlie tras el fallecimiento de su estrambótico padre y el descubrimiento de que tiene un hermano del que nada sabía, Gaiman recupera elementos de la narración oral africana y los introduce con naturalidad en el Londres contemporáneo.
Más cercano a la forma de narrar de clásicos como Charles Dickens o Robert Louis Stevenson que a Stephen King o Dean Koontz, Gaiman demuestra que su valía como escritor se mantiene incólume... aunque su obra maestra siga siendo Sandman, por más que lo lamenten los acérrimos enemigos del arte secuencial.
Esta particular mezcla de lo cotidiano y lo fantástico, que ha convertido a Gaiman en un hacedor de mitologías modernas, está presente también en algunas obras recientes del mejor cómic autóctono: es el caso de los álbumes de Las aventuras del Capitán Torrezno, de Santiago Valenzuela, o de la maravillosa obra de Antonio Navarro El tiempo arrebatado.
En esta novela gráfica, mediante la técnica de introducir historias en otras historias como si de muñecas rusas se tratase, su autor narra una historia de amor a lo largo del tiempo, desde el París bohemio de los años 20 al del Mayo del 68, y tras cuyo final el amante construye un museo que, mediante obras inacabadas que nunca vieron la luz (de un Tintín de Hergé al Quijote de Orson Welles, pasando por un libro inexistente de Jorge Luis Borges), homenajeaba a su amada y a lo eterno del arte frente a lo efímero de la vida. Una idea, por cierto, que ya estaba presente en Sandman: la Biblioteca del Sueño, donde se encuentran los libros que autores como Conan Doyle o Chandler nunca escribieron, sino que se limitaron a soñar.
The Sandman y Los hijos de Anansi están editados por Planeta de Agostini y Rocaeditorial respectivamente; El tiempo arrebatado está editado por Edicions de Ponent.