Testimonios dados en situaciones inestables

Narciso, 23 años

Esencialmente, lo que quiero decir [aparece brevemente el texto Arrepentimiento #2], es que mi verdadera y primaria intención fue algo así como arrepentirme, o aflojar de una vez por todas [cambia de postura con rapidez, como si faltaran algunos fotogramas intermedios], o reconocer que detrás de casi todo lo que había hecho hasta ese momento solo había una inmensa y frustrante debilidad y un profundo y sincero deseo de perdonarme.
Ya sé que suena fingido, o demasiado calculado, pero es la absoluta verdad. Estaba cansado de perseguir la aprobación por encima de todo, de ser el tío cojonudo que todos conocían. Estaba cansado de mangonear y manosear poses, frases y sueños comunes para que me vieran como el tío que iba lanzado hacía la cumbre, el súper tío capaz de conseguir lo que le diera la gana [un breve instante de nieve oculta la imagen], digno de admiración por donde se le mirase. Por eso lo hice: para que vieran quién era de verdad debajo de toda esa costra, de todo ese competir y romper rankings. Hice lo que hice (y pido perdón por el lamentable y vergonzoso resultado) para que apareciera el auténtico tío que había estado sufriendo mientras realizaba todas esas gestas publicitarias como convertirme al Mazdeísmo; coleccionar motos del periodo de entreguerras (las mundiales, se entiende); beber sólo cosas azules, realizar sexo en las copas de los árboles; apuntarme a cursos online de hipnosis [se congela la imagen un segundo]; probar todo tipo de drogas como Rohipnol, Gammahidroxibutirato o Metilofenidato; recorrer Europa del Este en bicicleta; leer las obras completas de Benito Pérez Galdós… Cosas como ésas y peores eran empaquetadas como regalos o trofeos por mi hambre de popularidad y luego repartidas sin compasión a cualquiera que se pusiera a mi alcance. Hacía cosas terribles que contaba a mis amigos con afectada angustia, pero con el furtivo objetivo de que en el fondo ellos quedarían sobrecogidos y elevarían su admiración por mí. Era una verdadera máquina de manipular [se palpa las vendas de las muñecas; breve resplandor blanco], un enfermo egoísta lleno de dudas y debilidades que no podía parar. Podría seguir con la metralla de datos todo el día, pero hasta esto empezaría a parecer una sucia manipulación, otro muesca más en mi culata. Sólo puedo añadir que no os volveré a fallar. Lo grabé en vídeo y lo colgué inmediatamente en Youtube porque sentía que debía abrirme de par en par y para siempre y compensar a todo el mundo de las sucias artimañas a las que les había sometido. Era un suicidio sincero; yo creía que incluso honesto, sin la mierda que siempre ponía en todo. Pero fallé, llegaron demasiado pronto y me arrastraron a un hospital; lo que no impidió que a las pocas horas varios millones de vosotros ya lo hubierais visto, convirtiendo mi ofrenda en un éxito sin precedentes [mete en el plano una pistola], pero esta vez no os fallaré. Esta vez os prometo el regalo completo; y espero que lo veáis sin prejuicios y lo votéis a muerte, y que todos (todos) comprendáis por fin mi verdadera [extraña elevación de la comisura izquierda de su boca] y humilde naturaleza.

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