Abandonad toda esperanza

Ni repajolera idea de Física Cuántica

Abandonad toda esperanza, salmo 442º
En la sección "Preguntas sin respuesta" del Fotogramas de este mes, un redactor anónimo se plantea "por qué para ver, entender y disfrutar Interstellar, Coherence y Orígenes tienes que haber estudiado, como mínimo, Física Cuántica". Pues yo juraría que aun siendo de Letras (que, como saben, es como reconocer que eres bastante corto de entendederas), servidor ha entendido (si no todo, buena parte) y disfrutado (entre bastante y muchísimo, según el caso) estas tres películas de ciencia ficción que están ahora en cartel. Vamos con ellas en este mismo orden, de mayor a menor grado de satisfacción...

Interstellar era una de las películas más esperadas del año: por su dilatada producción y el secretismo que la ha rodeado, por su espléndido reparto, y sobre todo porque la firma Christopher Nolan, un realizador que despierta por igual pasiones desenfrenadas y odios viscerales. Yo me cuento entre sus admiradores, aunque no todas sus películas me parezcan a la misma altura, y ya les adelanto que considero a esta la más reciente como una de sus obras mayores (y no solo por las casi tres horas que dura): estamos ante uno de los filmes más ambiciosos de los últimos años, y probablemente por eso mismo no está exento de errores; pero hay que reconocerle a su autor la valentía de ofrecer un espectáculo que no renuncia ni a dejar algunos interrogantes sin respuesta, ni a bordear peligrosamente la credibilidad del espectador (no todos actuaríamos de igual modo a como actúan algunos de sus personajes en determinadas circunstancias), ni tampoco a plantear algunas cuestiones de gran trascendencia para la condición humana. Las comparaciones con 2001 no se han hecho esperar: incluso un amigo me llegó a decir que Interstellar era como 2001 pero sin las partes coñazo; yo le respondí, claro está, que 2001 no tiene partes coñazo. Ahora bien, allí donde el perfeccionista Kubrick apostaba por la razón, un Nolan sorprendentemente más cálido que nunca -porque el director de Lolita es sin lugar a dudas su referente principal a lo largo de toda su obra- defiende los sentimientos en general y el amor en particular como el elemento capaz de salvar a la humanidad de su extinción. Casi nada. Por lo demás, podría seguir hablando de otros muchos hallazgos de la cinta (su estructura circular, la aparición de una biblioteca que habría hecho las delicias de Borges como metáfora visual de un poder casi omnisciente, así como algunas de las escenas más emotivas de los últimos tiempos), pero prefiero sugerirles que vayan a verla con la menor información posible al respecto y se dejen llevar por una de esas experiencias cinematográficas de las que lamentablemente se dan ya muy pocas.

Si Insterstellar supone la confirmación del talento de un cineasta ya consagrado, Coherence es la presentación en sociedad de un nuevo y prometedor realizador: James Ward Byrkit. Hasta la fecha artista de storyboards de la saga Piratas del Caribe, Byrkit debuta ahora como guionista y director con un film que, al igual que Interstellar, trata también de las paradojas espaciotemporales... pero lejos de disponer de un presupuesto mastodóntico que le costee un lujoso envoltorio de género, apuesta por un rodaje de andar por casa, de tiempo limitado y reducido a un espacio convencional, y con actores poco o nada conocidos a los que se les deja un cierto margen de improvisación. Con este material de base, su máximo responsable construye una pequeña pieza de cámara que, también al igual que ocurre con el film de Nolan, se apoya en teorías científicas más o menos plausibles solo como pretexto para tratar un drama humano: en esta ocasión, la aceptación o no de la vida que nos ha tocado vivir, y la consiguiente posibilidad de optar por el cambio. El resultado es una fábula tan entretenida como angustiosa, con algunos momentos antológicos y el uso más fascinante que se le ha dado jamás en la gran pantalla a objetos inanes como una raqueta de ping pong.

También supone una apuesta por la vertiente más antiespectacular de la ciencia ficción la película ganadora del último Festival de Sitges: Orígenes. Tras conquistar a buena parte de la cinefilia con otra propuesta del género, Otra Tierra, su director Mike Cahill plantea aquí otra cuestión trascendente: la existencia o no de Dios frente a la razón científica. Para ello, construye un relato en dos partes claramente diferenciadas: en la primera se nos narra la historia de amor entre dos jóvenes, él un biólogo molecular que busca en los ojos la explicación última a la evolución genética (que negaría la necesidad de que exista una entidad todopoderosa y omnipotente) y ella una modelo mucho más permeable a las explicaciones espirituales; en la segunda, se sigue el viaje realizado por el científico en pos de una explicación racional que probablemente nunca llegue a alcanzar, y que deja la puerta abierta a una lectura del género, de nuevo, indiscutiblemente romántica. Una dialéctica esta también presente, aunque de manera menos explícita (y quizá precisamente por eso, bastante mejor planteada) en Interstellar... film este, insisto, superior a los otros dos y si me apuran a todo o casi todo lo que se ha estrenado este año.

Para terminar, y aunque estamos hablando de estrenos cinematográficos, aprovecho la tesitura y les recomiendo un libro de reciente aparición que viene ni que pintado: Historia y antología de la ciencia ficción española, volumen a cargo de los especialistas Julián Díez y Fernando Ángel Moreno que no solo recoge once muestras representativas del tratamiento que ha dado nuestra literatura al género, de Nilo María Fabra a Juan Jacinto Muñoz Rengel (¡pasando por Azorín!), sino también una introducción que lejos de ser testimonial se erige en un didáctico ensayo cargado de lucidez a la hora de definir el género, diferenciarlo de otros afines como la literatura fantástica, y establecer una tipología de subgéneros de claridad meridiana. En definitiva: un artículo esclarecedor que supera el centenar de páginas y cuya lectura justifica por sí sola la adquisición del libro. Además, les aseguro que se entiende perfectamente aunque no tengan ni repajolera idea de Física Cuántica.

Interstellar, Coherence y Orígenes se proyectan en cines de toda España; Historia y antología de la ciencia ficción española está editado por Cátedra.

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