No respires por encima de tus posibilidades
¿Qué nos impide pensar que algún día el aire pueda ser un producto comercial y especulativo? ¿Acaso no lo es el agua ya?
El aire y el agua son la verdadera esencia de la vida, nuestro cuerpo está compuesto por un 80% de agua y necesitamos aire para respirar en nuestros pulmones, así como nuestra sangre necesita transportar aire a nuestro cerebro. Sin aire y sin agua no podemos vivir, por eso debemos proteger aquello que nos proporciona estos dos elementos vitales, que solo pueden producirse de manera natural en los bosques, la tierra, el mar y los ríos.
Aunque para muchos pueda ser un ejemplo un poco infantiloide, lo voy a utilizar, no tanto por un gusto estético o moral, sino por el asombroso parecido que tiene con la realidad.
En la película “El Lorax, en busca de la trúfula dorada”, un joven ansioso por ser famoso, rico y poderoso, aprovecha una idea innovadora y decide emprender su negocio, pero para ello debe talar árboles sin ningún tipo de miramiento, y a pesar de contar con el consejo de un ser mágico llamado Lorax que le advierte de la terrible consecuencia de sus actos, el joven decide que su bienestar personal es prioritario al bienestar común y continua con su negocio.
El negocio va bien, hasta que los árboles desaparecen por la insaciable voracidad capitalista de este joven, y la naturaleza ya no puede producir más aire, por lo que el mundo se convierte en un caos. Como ocurre en todas las catástrofes naturales, políticas o de cualquier índole, siempre aparece otro emprendedor que decide hacer negocio con el sufrimiento ajeno, en este caso un señor que decide producir aire artificial.
Al ser él el único capaz de producir este elemento de primera necesidad que todo el mundo debe consumir para poder sobrevivir, acaba creando un imperio comercial, mediático y político en el cual él es el auténtico gestor de la sociedad a nivel, político, económico y social, que además se encarga de la seguridad para evitar que cualquier otro ciudadano pueda arrebatarle la idea. El único obstáculo que tiene es que la naturaleza pueda algún día regenerarse.
Vender aire, hasta ahora, era una idea que solo podía concebir en esta película, pero si algo nos enseña el cine, es que a veces, por desgracia, la realidad supera a la ficción. Ahora algunas empresas quieren vender botellas de aire con capacidad para 300 respiraciones a gente que viva en las ciudades, es decir tienen el producto, tienen el cliente y tienen la oportunidad, su único impedimento es que las ciudades empiecen a utilizar energías y transportes alternativos.
No deja de resultar curioso que al igual que en la película un emprendedor decide aprovechar la caótica situación para lucrarse, en la vida real, esta noticia ha aparecido semanas después de que la ONU haya dicho que la contaminación ya no tiene marcha atrás y que en los tres años que tenemos de plazo para combatirla no hay alternativas, que si que las hay, pero ninguna capaz de combatir la contaminación a corto plazo.
Quizá para muchos, la idea de vender aire solo sea una estrategia de marketing y miraran para otro lado, diciendo “Bueno, no llegaremos al extremo de la película”, pero ¿qué nos impide pensar que algún día el aire pueda ser un producto comercial y especulativo? ¿Acaso no lo es el agua ya?
Nosotros no tenemos ningún Lorax que nos avise, la tierra misma nos ha lanzado sus mensajes, el cambio climático es una realidad cada vez más evidente, y debemos reflexionar sobre las prioridades que debemos tomar para vivir, no mejor, sino simplemente bien, debemos elegir entre el interés personal que solo beneficia a uno mismo temporalmente (Capitalismo) o el interés general que beneficia a todos, aunque sus beneficios sean a largo plazo.
Por: Ángel Lillo Luna