No sé qué decir
Ayer hablaba con el director de EPdV vía Messenger y le decía que ni sé qué decir, ni sé qué pensar. Lo que debía ser para muchos de mis vecinos motivo de celebración, ha pasado bastante desapercibido, al menos, entre la gente de a pié como un servidor. Me refiero a la noticia publicada por el diario Información el domingo pasado sobre el soterramiento de las vías convencionales en Villena.
Y no es que yo esté a favor del soterramiento; quienes me leen habrán visto que siempre he apostado por un alejamiento que, por lo visto, nunca estuvo en la intención de los técnicos realizar, y hasta el desmantelamiento de las vías he propuesto. Esto me hace sentir peor porque, acéptenlo como un ejercicio de autocrítica, tengo la impresión de haber estado tocando de oído, algo que a muchos opinadores sucede, de acuerdo, pero que a mí me deja la sensación de vértigo por haber resultado injusto en algunas o muchas de mis afirmaciones.
He reflexionado sobre ello, he hablado con personas que, seguro, están mucho mejor informadas que yo y me han puesto en la pista de lo que les cuento. De esta reflexión ha salido, también, la valoración que he descrito en el primer párrafo y, de nuevo, repito la pregunta: ¿Por qué los vecinos de Villena no han estallado de gozo al ver confirmada la noticia que tanto tiempo llevan esperando?
Creo que es por desilusión, porque tantas y tantas veces se han traído y llevado los asuntos de un lado a otro de los intereses partidistas, que la ciudadanía vive inmersa en el escepticismo y esto es triste porque resultará muy difícil volver a ilusionar a la gente, no valen los mensajes triunfalistas vacíos que algunos políticos lanzan en cuanto tienen un micrófono cerca. Igualmente fríos nos dejan las críticas y acusaciones cruzadas de unos a otros. Es un ambiente cargado y denso el que se respira que no gusta, porque los ciudadanos ya tenemos bastantes problemas de los que preocuparnos en el terreno más íntimo como para andar haciéndole el juego a entes abstractos cuyos intereses no son, precisamente, los mismos que los del trabajador que se levanta a las 6 para ir a echar sus 10 o más horas de trabajo diario.
Siguiendo con esta reflexión llegué a la conclusión de que, al final, el ambiente lo generamos las personas, me incluyo aunque no sé si soy parte. En la política los políticos y en los foros de opinión, los opinadores que, de vez en cuando, nos acercamos a dejar nuestra anotación.
Creo que la política municipal (de la nacional ni me atrevo a opinar) está necesitada de más personas que respondan a un perfil de político cercano a la ciudadanía, capaz de transmitir al ciudadano que su compromiso es para con la ciudad, para con los problemas más cercanos que a todos nos afectan cada mañana, cada tarde y cada noche de cada día.
A mí me gusta, cuando voy a los plenos, observar las caras de los ediles y me encanta ver las caras sonrientes de personas como Adela Serra y de Genci Estevan en momentos de distensión, porque me parecen personas que aportan esa bocanada de aire fresco y espontaneidad que puede ayudar, que ayuda seguro a desengrasar esta maquinaria que es la política local. No me lo tomen mal los ediles no citados. Estarán de acuerdo conmigo en que las 2 ediles mencionadas, además de reunir ese perfil alegre, amable y espontáneo, son personas indudablemente capacitadas y comprometidas para cumplir a la perfección con las responsabilidades que les han sido asignadas. ¡Larga vida política a las dos!