Notas sobre el 10-N
Dudamos que el señor Salguero consiga desde su tribuna popular aunar el voto conservador
Los datos de los resultados electorales del pasado domingo son suficientemente jugosos como para extraer algunas conclusiones interesantes para conocer el momento actual de nuestra sociedad y del momento que viven las diferentes opciones políticas que optaron al gobierno de nuestro país. El futuro cercano al que nos dirigimos continúa igual de turbio, aunque la sombra oscura del puño sobre la mesa haya conseguido extenderse más allá de lo deseable.
Los datos de los resultados electorales muestran una vez más que el electorado ha perdido confianza en unas modernas formas políticas que focalizan la atención en la imagen y las estrategias, y descuidan la defensa de un programa político firme capaz de establecer medidas para corregir las actuales problemáticas a las que nos enfrentamos y de trazar unas vías a las que encaminar nuestro futuro. Y esto no es algo que se solucione con una bofetada, como se decía antes, para enderezar a una criatura. Porque una bofetada ni educa ni soluciona nada en un futuro.
Hemos visto una contundente caída de Ciudadanos y ahora una ansiosa predisposición del Partido Popular por repescar esas papeletas que parecen haber pasado al discurso radical. No se equivocan los populares puesto que el devenir de estos partidos extremistas pronto comienza a derretirse pese a su contundencia (sus medidas radicales pronto topan con la ley, y la ausencia de propuestas para el ejercicio cotidiano del trabajo de gobierno lo derrotan). Aun así, en el plano local, dudamos que el señor Salguero –con un discurso que recuerda al más tópico de las izquierdas– consiga desde su tribuna popular aunar el voto conservador.
El señor Ábalos, por su parte, ya nos ha manifestado un par de ideas que dejan al PSOE en una perspectiva que no resulta inesperada. Sus declaraciones acerca de cómo su partido ha frenado a la extrema derecha y su manifiesto rechazo a la Gran Coalición posicionan al grupo socialista en un escenario quizás deseable para nuestro país: el de la concomitancia entre socialistas y populares. Un escenario además posiblemente muy prometedor para ambos partidos. Y un escenario además capaz de devolver el sentido al mapa ideológico de nuestras opciones políticas.
Un PSOE cercano al PP que consigue llegar al Centro y sacar del armario su carácter liberal, un PP que se reinventa como conservador, dejando a Vox en la utopía, y un Unidas Podemos que gana esa izquierda donde ahora está, desprendiéndose de la imagen radical creada a base de insistencia por el resto de partidos con la ayuda de los medios de comunicación. Un panorama mucho más cercano y evidente de nuestras opciones políticas, que ayudarían al electorado a tomar con mayor consideración su opción de voto. Un panorama en el que los programas políticos tuvieran más valor que las estrategias de desprestigio y el show televisivo.