A pesar de lo excepcional de la situación, un año más volvemos a tener los Oscars a la vuelta de la esquina: el próximo lunes 26, bien temprano, sabremos qué películas han sido las galardonadas como las mejores del Año 1 de la Pandemia. Y aunque son unos premios que cada vez tienen más de mercadotecnia y menos de reconocimiento real de los méritos artísticos, y que por tanto cada año que pasa me importan menos -qué lejos quedan aquellos tiempos de juventud en los que uno era capaz de pasar toda la noche en vela para verlos en directo-, no puedo evitar el morbo que me lleva a conectarme a la red en esas primeras horas de la mañana y a imaginar los rostros de alegría y de decepción, según el caso.
Como ya imaginarán si son de los que me leen sin falta, mi favorita de este 2020 es Mank. Pero sospecho que la película de David Fincher, aunque es la que cuenta con mayor número de nominaciones, quedará lejos de ser la gran ganadora; incluso no me extrañaría que pasase a engrosar, con diez nominaciones y finalmente ningún galardón, la lista de esas grandes perdedoras de la historia de los premios de la Academia de Hollywood junto a ilustres derrotadas como Paso decisivo, El color púrpura, Gangs of New York o La gran estafa americana.
Y es que muy pocas veces ha habido mayor unanimidad en la temporada de premios previos a cargo de asociaciones y festivales varios que a la hora de consagrar a Nomadland como la mejor cinta de la temporada. Vaya por delante que me parece una película espléndida, aunque esté en las antípodas del film sobre el guionista de Ciudadano Kane: apartándose de todo clasicismo hollywoodiense, la adaptación del libro de Jessica Bruder que firma Chloé Zhao transita por caminos -nunca mejor dicho- rara vez explorados por el cine anglosajón que copa salas y galas. Porque el hecho de que en verdad no invente nada que no hiciesen antes los nuevos cines europeos, y antes que ellos algunos popes del neorrealismo italiano o muy especialmente Roberto Rossellini -el cineasta más moderno no solo de aquellos, sino tal vez de toda la historia del cine-, no quita para que sea un film de una radicalidad narrativa (o antinarrativa, si se prefiere) considerable para según qué ámbitos.
Al margen de su originalidad, e insisto en la cursiva, Nomadland pone el Oscar a punto de caramelo para la nómada irredenta a la que da vida Frances McDormand, que ya tiene dos estatuillas en su repisa por su labor en Fargo y Tres anuncios en las afueras, y que en este nuevo film se ve rodeada de intérpretes no profesionales que dan la talla. La señora de la mitad mayor de los Coen, que empezó trabajando con su marido, su cuñado y el amigo de toda la vida (Sam Raimi), se ha forjado una filmografía más que respetable al margen de la familia y allegados, y es sin duda una de las actrices más completas y arriesgadas del cine contemporáneo en lengua inglesa. Gane o no, y todo parece indicar que sí, no parece descabellado que pronto se una a Meryl Streep y Glenn Close en el selecto grupo de las actrices más oscarizadas y/o nominadas de la historia. Y de momento, ya ha hecho ídem como la primera actriz nominada como tal y como productora en sendas categorías por la misma película.
Una de las principales rivales de McDormand a la hora de elegir la mejor interpretación femenina del año es Carey Mulligan, aquella joven promesa que recibió su primera nominación por la estupenda An Education y que luego se confirmó como la gran intérprete que es de la mano de Oliver Stone, Steve McQueen, Nicolas Winding Refn o, mira por dónde, los hermanos Coen. La cinta que ahora le da la oportunidad de ganar su primer Oscar es Una joven prometedora, y a mi parecer su labor en ella es, en efecto, más que premiable. No obstante, también se me antoja como un film bastante sobrevalorado, y no acabo de entender sus posibilidades en las categorías de mejor película, mejor dirección y mejor guion, estas dos últimas para la también actriz y debutante tras las cámaras Emerald Fennell... Aunque bien es cierto que en la trayectoria de estos premios encontraríamos ejemplos de títulos no ya nominados, sino premiados, todavía mucho más sangrantes que el presente (¿alguien ha dicho Green Book?).
La película en cuestión es una puesta al día, bastante sui generis y construida sobre los cimientos del #MeToo, del subgénero rape & revenge; esto es, relatos protagonizados por mujeres que tras ser vejadas de alguna forma -por lo general, víctimas de una violación- desatan una cruenta venganza contra los culpables. Este género, con diversas variantes (en ocasiones los vengadores no son las propias víctimas, sino sus familiares o amigos; otras veces, los objetivos de su venganza ni siquiera son los verdaderos artífices del delito) nos ha dado clásicos de la serie B como La última casa a la izquierda o La violencia del sexo, rarezas como Violación en el último tren de la noche o la japonesa Lady Snowblood, y pequeñas obras maestras del cine de culto como la revulsiva Ángel de venganza de Abel Ferrara; por no hablar de actualizaciones tan celebradas como el díptico Kill Bill de Tarantino, Elle de Verhoeven o la francesa Revenge. En esta ocasión, es la camarera y antigua estudiante de Medicina a la que da vida una Carey Mulligan excelente quien trata de vengar la violación que sufrió su mejor amiga en la universidad. El mayor problema de la cinta radica en que cuenta con dos o tres giros de guion repartidos a lo largo del metraje que, aunque efectivos en términos narrativos y no siempre predecibles, la aproximan en el último tercio al thriller de humor negro alejándola así de la propuesta más arriesgada y personal que parecía ser en un principio. No obstante, deja verse bastante bien gracias al uso muchas veces irónico de algunas canciones pop, la magnífica fotografía y, como queda dicho, la labor repleta de matices y claroscuros de su protagonista.
Si, salvo sorpresa de última hora, Nomadland será la ganadora de la categoría reina, en el caso de las películas de habla no inglesa también hay una obvia favorita: Otra ronda, que ha dirigido Thomas Vinterberg. Quien fuese el inaugurador del ya mítico movimiento Dogma en los años noventa junto a su colega y compatriota Lars von Trier -fue el mismo Vinterberg quien firmó la primera película del movimiento: Celebración, todavía hoy uno de sus mejores filmes, si no el mejor- se inspira aquí en la teoría del psiquiatra noruego Finn Skårderud, quien sostiene que el ser humano tiene un déficit de alcohol en sangre que conviene compensar con la ingesta diaria y controlada de algún espirituoso. A partir de esta premisa, el film que representa a Dinamarca trasciende dicha anécdota y se erige en una certera reflexión sobre la crisis de la mediana edad representada, con gran verosimilitud, por cuatro profesores de instituto.
Esta historia, que fácilmente podría haber dado pie a un relato moralista, se mantiene firme dentro de un territorio más loable gracias a la ecuanimidad de los hechos mostrados: sí, hay una denuncia del consumo masivo de alcohol, pero sin subrayados y que se corresponde con lo que cualquiera habrá vivido en primera o tercera persona alguna vez en su vida; pero también hay una celebración de los efectos que provoca, al devolverle la chispa (casi se diría que también la vocación docente) a un profesor de Historia desencantado con su vida familiar y profesional. Este último es el personaje al que da vida un descomunal Mads Mikkelsen, que ya colaboró con Vinterberg en La caza, en un trabajo actoral sin fisuras. A ello contribuye y no poco que su composición culmine con una escena antológica, la última del film, que subraya la ambigüedad de un supuesto mensaje y que pone la guinda del pastel a quien podría haberse visto incluido en la categoría de los mejores actores del año junto a grandes como Anthony Hopkins o el mismo Gary Oldman. Pero no ha sido así, y Mikkelsen tendrá que esperar un poco más para recibir esa estatuilla dorada que, tarde o temprano, acabará llegando... Tal y como le pasó a McDormand; y como le debería terminar pasando a Carey Mulligan, con o sin película coyuntural de por medio.
Nomadland, Una joven prometedora y Otra ronda se proyectan en cines de toda España.