Arte

Pablo Lau tiene ahora una calle con su nombre en la ciudad de San Juan

Conocí a Pablo Lau a mediados de los ochenta, y de inmediato me sentí intimidado y curioso a partes iguales. Aquel Titán grandote, con manos inmensas y ceño fruncido, que pasaba de la sonrisa a la irritación en décimas de segundo, irradiaba una fuerza e independencia hipnotizadoras, como un mineral precioso a medio tallar, apreciación que reforzaba su terrosa piel y su imponente cabeza.
A pesar de su peculiar pronunciación, pronto comprendí que en aquella cabeza crecía algo más que una desordenada cabellera pelirroja, crecía un campo de poderosas ideas plásticas, de complejos conceptos bien masticados traídos de otras tierras más septentrionales y de ideas impensables (todavía en aquella época ya teóricamente libre) para la mayoría de las buenas gentes de nuestra ciudad. En el atrancado aire artístico de nuestra local suficiencia, él era un Titán luchando por rescatarse de su propio inframundo, una bella e imperfecta máquina dispuesta a tocar la energía oculta en la realidad aunque le quemase.

Repasar ahora su biografía sólo puede conducir a la tautología, pero dada la facilidad para el olvido colectivo, anotaré algunos datos que espero resuman su valor. Lau llega a España a finales de los cincuenta y se establece en Villena, en la que permanece hasta el inicio de los noventa. Desde el primer momento empieza a tomar partido en la vida social de la ciudad, animando su reducido ambiente cultural. Pronto su trabajo es tenido en cuenta en toda la provincia, y muestra de ello son las numerosas exposiciones realizadas, las novelas y libros publicados, la extensa lista de colaboraciones en revistas y periódicos y, en definitiva, su constante implicación en la sociedad alicantina.

Pero lo que realmente le sitúa en primera línea artística es la calidad de su obra. Como pintor, trabajó desde presupuestos (Neoexpresionismo) que poco después relanzarían otros autores alemanes en el panorama internacional, colocando su producción, dentro del panorama provincial, en un espacio propio y bien definido, que le diferencia claramente de sus contemporáneos.

Como escritor, su estilo también coincide con una corriente internacional en la década de los ochenta de vuelta a un realismo subjetivo, colorista y emotivo, después de algunas décadas de experimentalismo agotador. Por esto y por miles de cosas más que no hay espacio para contar, Pablo Lau tiene ahora una calle con su nombre en San Juan, en la que lleva poco más de una década viviendo. Mientras tanto, sin noticias de Villena.

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