Abandonad toda esperanza

Patrimonio

Abandonad toda esperanza, salmo 203º
Cuando les hablé del affaire Molina Foix aproveché para vaticinar que El arte de volar ganaría el tercer Premio Nacional de Cómic. Me equivoqué, porque no tuve en cuenta que la obra de Altarriba y Kim se había publicado en el año en curso y por tanto no entraba todavía en competición. Finalmente el galardón recayó en el espléndido Las serpientes ciegas de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí, una intriga mitad policíaca mitad fantástica narrada a dos voces y ambientada en el New York de la Gran Depresión y la España azotada por la Guerra Civil. No se lo pierdan... ahora que es fácil de encontrar: cuando salió a la venta lo busqué infructuosamente en grandes superficies y librerías especializadas. Ahora, con el premio a cuestas, los ejemplares se amontonan en los expositores de la Fnac.

Hablando de premios: ¿para cuándo un reconocimiento para Antonio Martín por la labor de recuperación de nuestro patrimonio cultural que viene realizando? No me cansaré de repetirlo: Martín no es solo quien está detrás de la encomiable (y, ay, un poco parada) colección "Patrimonio de la Historieta" que ha recuperado a Àngel Puigmiquel y Apeles Mestres, sino que también es responsable de volver a poner en circulación títulos de autores imprescindibles del tebeo patrio como Jordi Bernet, Víctor Mora, Luis García, Purita Campos, Víctor de la Fuente o los hermanos Tharrats.

Es también el caso de un par de títulos que acaban de regresar a las librerías: el primero es La leyenda de las cuatro sombras, relato de fantasía heroica publicado por entregas en la mítica Zona 84, y que ahora se recoge por vez primera en un álbum en tapa dura que permite disfrutar como merece el asombroso arte de Fernando Fernández en todo su esplendor, puesto al servicio de un guión de Carlos Trillo que aunque no se cuenta entre lo mejor de su producción (muy prolífica y de media deslumbrante) cumple de sobra los mínimos requeridos. También merece atención Sangre armenia, denuncia política acerca de la matanza de armenios a finales del siglo XIX, escrita por Guy Vidal y con dibujos del malogrado Florenci Clavé, un autor catalán que como suele pasar no fue profeta en su tierra y desarrolló casi toda su carrera en la vecina Francia. Si no fuera por editores como Antonio Martín, las nuevas generaciones de lectores acabarían por ignorar el legado cultural de su propio país.

Otro título que no hay que dejar pasar, y que no edita Martín sino Hernán Migoya, es Historias tremendas. Sí, Migoya es el de Todas putas, pero a ver si le empezamos a dar más cancha y a (re)conocerle también por sus espléndidos guiones para cómic, porque como director de cine con su Soy un pelele no le han dado la menor oportunidad... aunque esa, como suele decirse, es otra historia. Volviendo al tebeo en cuestión, estamos ante veinticuatro historias breves dibujadas por el argentino Oswal y el serbio Darko y escritas todas ellas por el francés de nacimiento pero español de nacionalidad y casta Enrique Sánchez Abulí, el creador de Torpedo. Veinticuatro derechazos al estómago que nos recuerdan lo miserables que podemos llegar a ser los humanos.

De otro de mis editores de cabecera, Paco Camarasa, precisamente responsable de El arte de volar, les cuento otro día porque me he quedado sin espacio.

Las serpientes ciegas está editado por BD Banda; La leyenda de las cuatro sombras, Sangre armenia e Historias tremendas están editados por Glénat.

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