Estación de Cercanías

Politización

Se llama a la acción de politizar. Y ésta parece ser la palabra de moda en la actualidad, describiéndola la RAE como: “la orientación o el contenido político que se le da a acciones o pensamiento que corrientemente no lo tienen”. Así actualmente, con más furor si cabe que tiempo atrás, en el preciso momento en que alguna asociación, colectivo o individuo osa a elevar pública protesta contra aquello que no considera apropiado, necesario o correcto, y dicho colectivo o persona en cuestión forma o ha formado parte, simpatiza o ha estado a favor de algún movimiento político, ¡zas¡, automáticamente deja de tener criterio propio para pasar a estar politizando la cuestión y derivando hacia los ideario del partido en cuestión toda posibilidad de hacer valer sus propias ideas, ideas que quedan automáticamente cuestionadas y desplazadas por el mero hecho de haber sido o haber estado.
Este frecuente e interesado error al que nos suelen llevar los diferentes representantes políticos, para distraer el meollo de la cuestión cuando pintan bastos y cuando sus decisiones, propuestas o proyectos no son debidamente contestadas ni acogidas por los ciudadanos, y que no es otro que pigmentar con el color contrario aquellas opiniones vertidas, mayoritariamente, desde el más absoluto manifiesto personal para con ello intentar sembrar la duda que ayude a diluir estas voces discordantes que tan solo están haciendo uso de su derecho a expresarse libremente, invocando a la politización para que acuda a salvarles de tener que dar explicaciones incomodas o en su defecto contraer compromisos que les serán reclamados a la expiración del tiempo ofertado.

Pero esto es el menor de los males que esta metodología del escaqueo y la confusión deja una vez superado el primer empujón, secuelas que a la larga acaban por lograr que personas muy validas para trabajar por sus pueblos sucumban ante ellas y abandonen cualquier muestra de compromiso público hartos de que sus ideas o sus formas de entender ciertas cuestiones acaben una y otra vez filtradas por el tamiz de su afinidad, afiliación o pertenecía a cualquier colectivo, partido o movimiento que no sea cercano al partido de turno.

Que desde la labor política esto es una práctica común estamos todos de acuerdo, agua para todos que sigue levitando en la inopia del uso que políticamente le quieran dar, Ley de Dependencia que por estos lares todavía depende de la Conselleria de turno y el interesado bloqueo al que la tienen sometida, y cómo no, el colmo del ridículo, del empecinamiento y del uso político que juega al todo vale con la educación y con el dinero de todos nosotros, la Education for Citizenship.

El ejemplo que en nada ayuda a evitar que el calificativo de politización planee continuamente sobre los que mostramos pública opinión lo vi durante la reciente visita del Conseller de Educación, no por su deprecio total por aquellos que elevaban sus protestas, que fueron invisibles ante sus ojos, sino por una foto del momento que mostraba a miembros de la oposición entre maestros, padres y alumnos, cuando su trabajo y su puesto era al otro lado de la valla. Porque mientras los políticos se mezclen, por su propio interés político, con la sociedad que reivindica, la palabreja en cuestión seguirá vaciando de solvencia las muestras de desacuerdo que vengan dadas desde la ciudadanía de a pie que se preocupa por sus hijos y su educación, en este caso, por encima de interpretaciones o intentos de cercanía con uno u otro lado. Yo les pediría, si es posible, que eviten colocarse en el lugar equivocado en el momento incorrecto, por ideal que quede esa imagen en sus álbumes de fotos.

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