Calle Mayor

Querrecle

Ni a él ni a mí nos gustaban los apodos, pero qué le vamos a hacer. Es lo que hay. Nuestro querido José Francisco Navarro Gabaldón y yo teníamos un máximo común denominador, que no era otro que Villena. Y queriendo a Villena, aceptándola como es, el apodo venía en el lote.
De Querrecle nos quedará siempre su porte elegante, su sobriedad, su ausencia total de excesos. Incluso en esos momentos en los que el contexto incita a ellos. Como sucedía en nuestras queridas fiestas de moros y cristianos, a las que tanto amó.

José Francisco Navarro Gabaldón fue la voz de las fiestas durante muchísimo tiempo. La voz oficial de todos esos reportajes que, en unos tiempos en los que lo digital todavía estaba por llegar, se convirtieron en documentos imprescindibles para conocer cómo eran nuestras fiestas en los ochenta y noventa, cuando éstas dieron un considerable estirón. Hay que subrayar la enorme labor desarrollada junto a Fernando Quiles.

Querrecle no necesitó ningún cargo para estar siempre ahí. Discreto, sin hacer ruido, pero omnipresente. En el mundo festero, en el cultural y en el de la política municipal.

La verdad es que villeneros como José Francisco nos regalaron la mejor versión de nuestra ciudad. Sí, reconozcámoslo. La Villena educada, amable, prudente, cordial. Y tan contenida. No es de extrañar que el alcalde Vicente Rodes Amorós confiase tanto en él. Como anfitrión nadie podría haberle superado en exquisitez.

Personas como José Francisco no se deberían ir, y desde luego no tan pronto. Me costará asumir que este día 5 no voy a verlo desfilar junto a Pedro García García, otro de los villeneros tan queridos que se nos acaba de ir. El vacío que nos deja Querrecle es insustituible.

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