Abandonad toda esperanza

Quijotesca y cervantina

Abandonad toda esperanza, salmo 521º
Aun a riesgo de parecerles un pesado de tomo y lomo, después de las columnas intituladas "Quijotesca" y "Cervantina" sigo a vueltas con el escritor más universal de la lengua castellana y su obra cumbre, pero no solo con ella... Y es que aprovechando el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, Cátedra recupera dentro de su imprescindible colección Bibliotheca Avrea un estuche de dos tomos que incluye su obra literaria al completo: el primer volumen recoge La Galatea, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y las doce novelas ejemplares; el segundo, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, los entremeses y el resto de su producción teatral, el poema narrativo Viaje del Parnaso y sus poesías sueltas. Si ustedes son de los que compran literatura al peso, estamos antes una ofertaza: más de tres mil páginas por unos setenta euros, poco más de dos céntimos de euro por página. Si en cambio son de los que compran literatura por su calidad, su prestigio o simplemente sus ganas de leerla, no hay operación matemática que valga.

La edición, la introducción y las notas de ambos volúmenes corren a cargo de Juan Carlos Peinado, cuya voluntad es la de ofrecer una aproximación a la obra cervantina accesible al lector medio, y por tanto no dirigida exclusivamente a los estudiosos de la literatura española o los expertos en filología clásica. Para ello hay que alcanzar un equilibrio perfecto entre el respeto al estilo del autor y la forma de redacción original del texto y una adaptación que lo sitúe en el contexto lingüístico del lector actual; por eso su introducción es concisa pero reveladora, como lo es (revelador, que no necesariamente conciso) su aparato de notas. Les recomiendo que se hagan con el estuche, y quizá se sorprendan al descubrir que, al menos con la falta de perspectiva, no era tan descabellado que el propio Cervantes pensase que si su nombre iba a pasar a la historia de la literatura sería gracias a su primera o su última novela y no a las andanzas de cierto hidalgo manchego.

Los primeros sorprendidos a propósito de esta opinión son los alumnos de Secundaria y Bachillerato a los que doy clase de Lengua Castellana y Literatura. Y a ellos va destinada una de esas ediciones que ponen nerviosos a los puristas más recalcitrantes y que por el contrario interesan y mucho a los docentes: en su recién inaugurada colección de Clásicos Hispánicos -en la que también encontrarán ya el Lazarillo de Tormes, las rimas y leyendas de Bécquer y una antología de relatos fantásticos-, Anaya publica una selección del Quijote a cargo de Ramón F. Llorens García y Sara Fernandez Tarí. Tengo el honor y el placer de que ambos sean compañeros míos en el Departamento de Innovación y Formación Didáctica de la Universidad de Alicante, y no es por la amistad que nos une sino por el conocimiento de primera mano que tengo de su labor académica que afirmo con convicción que muy pocas personas se me ocurren que estén a su altura a la hora de acercar un texto clásico a los lectores más jóvenes, a los que está dirigido este proyecto editorial. El libro en cuestión, ilustrado por Albert Asensio, cuenta con una introducción que sitúa la obra en su contexto histórico y literario; pero lo más sugerente de la oferta son los apéndices que siguen al texto cervantino: un análisis bastante pormenorizado de la obra, que atiende a sus aspectos más relevantes, y una serie de actividades para trabajar y meditar a propósito del clásico de Cervantes de forma individual o en grupo. Es ahí donde los responsables de la edición echan el resto y hacen del presente libro una herramienta didáctica de gran utilidad. Porque de eso se trataba precisamente.

Otra manera de acercar el Quijote a un amplio espectro de, esperemos, futuros lectores consiste en recurrir a las adaptaciones cinematográficas. Para ello, un buen manual es El Quijote y el cine, que ha escrito Ferran Herranz y que da buena cuenta de las producciones audiovisuales que, de forma global o parcial, se han acercado a la novela de Cervantes: de la versión muda de Narcís Cuyás a las adaptaciones para cine y televisión realizadas por Manuel Gutiérrez Aragón, pasando por la versión ortodoxa de Rafael Gil y la heterodoxa (e inacabada) de Orson Welles. Tampoco se olvida Herranz de los quijotes oficiales de Pabst y Kozintsev y del extraoficial de Albert Serra, así como de las variaciones de género (los musicales) o de tono (las parodias); ni de la versión que a muchos de mi generación nos hizo descubrir la obra: la serie de animación dirigida por Palomo Cruz Delgado y emitida por TVE entre 1979 y 1981. Una serie que, con las limitaciones que se quiera, hizo mucho por la difusión masiva en nuestro país de la obra cervantina; y que ya podían reponer en el ente público quitando de la parrilla media hora de programas de corazón, series rancias o realities disfrazados de informativos. Vamos, digo yo.

Miguel de Cervantes: Obras completas y El Quijote y el cine están editados por Cátedra; Don Quijote de la Mancha (Selección) está editado por Anaya.

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