Abandonad toda esperanza

Reload

Abandonad toda esperanza, salmo 186º
Si la memoria histórica peligra no les quiero contar lo que le ocurre a la cultural, sobre todo si nos ceñimos a los más jóvenes: para el espectador medio norteamericano -y ahora ya, maldita globalización, también para el español-, que debe rondar los quince años, Pretty Woman (y por extensión cualquier film de los 90) es una película antigua (les juro que oí tal cosa en una conversación entre dos adolescentes). Del cine clásico mejor ni hablamos; y el mudo directamente es un mito inexistente. Así pues, no es de extrañar que las productoras hollywoodienses se pongan manos a la obra a realizar nuevas versiones de filmes que para los que rondamos la treintena nos parecen estrenados anteayer.

Por ello resulta hasta cierto punto lógico que las últimas aportaciones a dos sagas de ciencia ficción con voluntad de blockbuster revienta-taquillas hayan optado por llevar a cabo una operación reload: como los cómics en versión ultimate que prefieren obviar toda una tradición de décadas para empezar a contar desde cero la misma historia desde una óptica contemporánea pensando en nuevas maneras de que los aficionados pasen por caja (perdón, quería decir pensando en nuevas generaciones de lectores), Terminator: Salvation, la nueva entrega de la saga que creara James Cameron, opta por llevar la vista atrás (o adelante, que esto de los viajes temporales siempre origina unas paradojas de agárrate y no te menees) y viajar al futuro para contar la guerra entre hombres y máquinas que lo empezó todo. Así, tenemos a un John Connor encarnado por Christian Bale, a su padre interpretado por un actor varios lustros más joven (¿qué les decía de las paradojas?) y a un cyborg que no sabe que lo es, interpretado por Sam Worthington. Sí, ya sé que no les suena de nada, pero supone una presencia de indudable carisma, y en breve se hablará de él como del nuevo Russell Crowe o el último Hugh Jackman.

Por ello este film, pese a que resulta totalmente coherente con las películas que convirtieron a Arnold Schwarzenegger en una estrella, ha pasado por un lavado de cara que evita cualquier cifra en el título (es la cuarta, dicho sea de paso) y da más protagonismo al monstruo que se debate entre su condición artificial y su humanidad que al mesías destinado a salvarnos a todos del armageddon.

Curiosamente, mejor que esta secuela de una saga de la que he sido fan desde sus comienzos me parece la nueva entrega de otra que hasta hoy solo me había despertado desinterés: Star Trek. La nueva cinta, que si no me equivoco es ya la número once de la franquicia sin contar series televisivas, ha resultado ser un espectáculo sin fisuras, un relato clásico y épico sobre el origen de una amistad, la de los célebres Kirk y Spock creados por un maestro de la televisión, Gene Roddenberry, que vuelven a la vida rejuvenecidos de la mano de otro genio de la pequeña pantalla: J. J. Abrams, el creador de Alias y Perdidos.

Me sé de algún espectador reacio a las historias de naves y civilizaciones extraterrestres que ha llegado a decir que esta película es la primera del género que le ha gustado de verdad. No se me ocurre mejor recomendación que esta.

Terminator: Salvation y Star Trek (2009) se proyectan en cines de toda España.

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