Volverse a encontrar con el nombre de Richard Corben en las mesas de novedades siempre es motivo de alegría: conocido por sus legendarias aportaciones al género de la fantasía underground y tristemente fallecido a finales del año 2020, se convirtió en una de las figuras fundamentales del cómic de la segunda mitad del siglo XX gracias a su innovador estilo gráfico, que se materializó a través de las técnicas más variadas y se plasmó en planchas inolvidables; sobre todo debido a su representación del volumen, con un acabado que en ocasiones parecía digital muchos años antes de que lo digital existiese. De todo esto ya hablamos en un par de columnas tituladas “Un artista superdotado” y “La maestría de Richard Corben”, publicadas ambas antes de su defunción; pero es de justicia volver a él ahora que su legado vuelve a estar disponible para el disfrute de una nueva generación de aficionados al cómic.
Ni que decir tiene que el júbilo es todavía mayor cuando lo que encontramos en las librerías es material inédito de este autor reconocido internacionalmente con el Gran Premio del Festival de Angoulême o con su inclusión en el Salón de la Fama de los prestigiosos premios Eisner: por eso, y al margen de recordar que la editorial que publica las obras que hoy nos ocupan también está recuperando otros títulos suyos como su fundamental Den, ahora nos detendremos en el reciente Mundo turbio. Y es que esta edición recopila por vez primera en nuestro mercado la serie Murky World al completo: una epopeya fantástica de espada y brujería coescrita con Mike Shields y protagonizada por un anciano que despierta de un extraño sueño para encontrarse atrapado en un inhóspito territorio habitado por muertos vivientes, cíclopes, brujas, nigromantes y cultos malignos; y en el que con el paso del tiempo y decidido a cumplir con su misión, irá rejuveneciendo de forma progresiva. Como imaginará todo seguidor fiel de Corben, esta es la sencilla excusa argumental que se emplea para justificar el despliegue de un universo fantástico repleto de criaturas extraordinarias y anatomías imposibles para deleite del lector. Completan el volumen la historia original en blanco y negro que su autor ampliaría tiempo después ya con su reconocible empleo del color, un apéndice con bocetos inéditos del artista y un prólogo a cargo de Mike Mignola, el creador de Hellboy y en cierta medida uno de los herederos más aventajados -si no el que más- de una forma de concebir el cómic de fantasía y terror muy cercana a la de Corben.
No obstante, Mundo turbio no es el último volumen de Richard Corben publicado entre nosotros: hace apenas un par de semanas llegó a las tiendas Eslabones perdidos, un título que recupera una serie de historietas publicadas en distintos monográficos y cabeceras de los sellos Vertigo y WildStorm de DC Comics entre 1997 y 2012; historietas que ya habían visto la luz por aquí en diversos formatos pero que ahora se recopilan como una antología que sigue en cierta medida el diseño unitario de tomos anteriores. En este caso, el plato fuerte de la propuesta quizá sea la historia que le da título: un relato de la Cosa del Pantano escrito por Will Pfeiffer y donde el autor de Mundo mutante vuelve a dar lo mejor de sí mismo. Cabe destacar al resto de la nómina de guionistas invitados: Bill Willingham (Fábulas), el veterano Bruce Jones (Nave prisión), John Arcudi (Un dios entre nosotros), el novelista Joe R. Lansdale (Pigeons from Hell), Marc Andreyko (Manhunter), Simon Revelstroke, Joshua Dysart, un episódico Michael Uslan (productor ejecutivo vinculado a la evolución de Batman en el espectro audiovisual) y el añorado Harvey Pekar (que participa con un breve episodio de su American Splendor, en la que es la única aportación en blanco y negro de todo el volumen). En las historias escritas por todos ellos, así como en otras en las que Corben ejerce de autor completo, el lector encontrará motivos más que suficientes para entender por qué el responsable de Bloodstar cuenta con el prestigio del que su obra suele hacer gala.
En resumidas cuentas: estamos ante dos joyas imprescindibles para cualquier amante del noveno arte que se precie de serlo, como lo fueron antes las ya recomendadas (y terroríficas) La casa en el confín de la Tierra -según la narración homónima de William Hope Hodgson- o El Dios Rata. Vayan pues raudos a por ambos volúmenes antes de que se agoten, si es que no lo están ya.
Mundo turbio y Eslabones perdidos están editados por ECC Ediciones.