Cultura

Roberto López, el sonido del genio

Aunque no pude asistir a la cita en Villena, viernes 23 en el patio del Ayuntamiento, sí presencié y aprecié la interpretación de Gen que la Joven Orquesta Nacional de España ejecutó, un encargo que la misma JONDE propuso a Roberto López en el 2003. Obra con estreno en el XXI Festival de Música Contemporánea de Alicante el pasado jueves.
Allí tuvimos cita –permítanme realizar nota de sociedad– varios artistas y creativos de Villena, amigos, amigas y familiares del compositor villenense, que sería entusiastamente aclamado, haciendo resonar el Teatro Principal, para orgullo de quienes nos sentimos cerca del artista. Y puede que esto sea lo que lo diferencie de otros compositores: que Roberto ha circundado casi la totalidad de las disciplinas artísticas y esto se ve, se escucha, reflejado en su obra que se estructura y deja influenciar por el resto de artes. Nos encontramos, pues, no frente a un compositor únicamente, sino frente a un artista comprometido con su modo de entender la música y el arte, que no otorga concesiones en sus trabajos, que transmite seguridad, empeño y valentía en un mundo con demasiadas golosinas como para no dejarse vencer (vender).

Pero volviendo a esta Villena, ya en viernes, acudimos a la inauguración de la temporada de otoño en el Teatro Chapí. Lamentable fue la asistencia a tal evento que esperemos no sea muestra de lo que vendrá. Y esto pese a la categoría de espectáculo y compañía, recuerdo una vez más: Premio Max 2005 al mejor espectáculo de teatro; pese a un patio de butacas sin excesivos huecos, creo que la representación mereció mayor atención y respuesta por parte de nuestra ciudad. La Abadía se enfrentó a un complicado texto de Bertolt Brecht, quizá complicado por su simplicidad, por la aplicación de la dialéctica a problemas a la vez tan sencillos como complejos, por su aplastante y básico tratamiento de la guerra. Un texto resuelto por unos fantásticos payasos que fueron lo suficientemente flexibles para sustentar las palabras e ideas brechtianas. Quizás lamentar cierta costumbre reinventada en cada ocasión por una compañía, de reunir toda la teoría teatral de estos cercanos clásicos en un único montaje; resolviendo con guiños, leiv-motiv o simplemente haciendo un uso determinado de la iluminación, vestuario o sonido. Ya que aunque esto recoge para el espectador el espíritu al completo del autor, también resta al espectáculo en sí cierta frescura y actualización de las formas y los temas, respectivamente. Un pequeño desacierto si valoramos que el espectáculo llega a un público desconocido de Brecht y de su particular mundo. Aplausos para unos actores con gran dominio tanto del trabajo de voz como del corporal. Una representación, vuelvo a repetir, que no dejar escapar.

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