Estación de Cercanías

Romper las burbujas

El pasado viernes, en la vecina Caudete, Diego Carcedo ofreció una magnífica conferencia sobre periodismo y voluntariado. Al final de la charla, en el turno de preguntas, una joven de la localidad le cuestionaba al señor Carcedo por qué en los informativos radiofónicos y televisivos se muestran diariamente imágenes de muertes en salvajes guerras o en fanáticos ataques terroristas, de hambres y miserias, de catástrofes…
El experto viajero, testigo presencial de buena parte de los acontecimientos más importantes de nuestra historia reciente, contestó sin remilgos: “porque existen y son la realidad”, invitando a la espectadora a no encender la televisión ni la radio en la franja informativa, invitación de la cual ya era partícipe según sus palabras, y lo era porque alegaba su oposición contra guerras y muertes y esa era la mejor manera que había encontrado para aliviarse: inhibirse de una realidad que duele. Dejando claro que esta actitud me parece totalmente respetable, pues viene de la decisión personal del individuo, de lo que no me cabe duda es de que está formula ante la injusticia y las barbaridades, ante el sufrimiento ajeno o los atropellos a los que estamos sometidos por los que pueden permitírselo, no es más que la creación de una gran burbuja que exime de una realidad latente aislándote en la inopia del “si no lo veo o lo escucho, no existe”, y como no existe difícilmente voy a poder ayudar o colaborar en atajarlo, evitarlo o subsanarlo, y eso te deja fuera de la ayuda. Es cierto que no sufres, pero tampoco colaboras, y mañana te puede pasar a ti, pues las burbujas son frágiles escondites para la ferocidad del vivir.

¿Por qué les cuento todo esto? Pues porque al escuchar a esta chica no puede evitar comparar esta actitud del avestruz con el episodio vivido en Villena a raíz de la instalación del cartel que contra el tráfico de drogas se colocó en nuestra ciudad, y que fue retirado con la inmediatez de la que sólo dispone el que tiene potestad para dar ese tipo de órdenes, alegando la dureza de la misma y el daño que a los niños les podría causar su visión. Crueldad real que, a mi parecer, en lugar de ser secuestrada debería haber sido expuesta en otros puntos de la localidad. ¿Por qué? Porque, como bien dijo Carcedo, existe, y esa foto es la representación de sus consecuencias más extremas. Porque la droga mata en muchas de sus modalidades y es un hecho constatado, y lo hace lentamente y va reclutando existencias a la mendicidad, a la prostitución y al robo, que les consigue el dinero fácil que le pague su dosis. Porque la droga arruina familias y matrimonios. Porque en Villena se vende con excesiva facilidad e impunidad y todos sabemos dónde y no debemos olvidarlo. Porque nuestros jóvenes y niños deben estar preparados para decir No cuando llegue el momento, que llegará con absoluta certeza, pues es práctica extendida y común lamentablemente, y nada mejor para esa predisposición al No que mostrarles dónde pueden llegar de su mano.

Porque, no sé ustedes, pero yo prefiero explicar a mi hija el porqué de una foto que tener que actuar para evitar que llegue a ello cuando el mal esté en marcha. Porque no creo que esa foto dañe al pueblo o que el daño causado sea mayor que el bien que se puede infundir, porque si dejamos de verla y sólo conocemos de campañas de firmas y reuniones, acabaremos por creernos, como la joven de Caudete, que el problema se ha evaporado sin más porque así lo deseamos.

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