Abandonad toda esperanza

Superlópez

Abandonad toda esperanza, salmo 640º
A mi hijo Julio, que ya es fan del personaje

Hace ya muchos años que soy consciente de que en mi educación sentimental jugaron un papel fundamental los tebeos de Superlópez. Y los llamo tebeos con toda la intención del mundo, porque aunque podría llamarlos perfectamente cómics -que no es sino la etiqueta más comúnmente aceptada y difundida para referirse al mismo medio, al mismo lenguaje-, por la época en la que fueron publicados por vez primera y por vez primera (de muchas) los leí se llamaban tebeos. No soy un caso especial: fuimos muchísimos los lectores que a comienzos de los años ochenta descubrimos en las publicaciones de la editorial Bruguera las aventuras de este sosias (o sosainas, que diría Luisa Lanas) del Superman de DC Comics creado por Juan López, alias Jan. Con motivo de una conferencia que impartí en una de las más recientes ediciones de Unicómic, en el seno de un homenaje a la escuela artística de dicha editorial y centrada en la figura de este autor (que, huelga decir, elegí voluntariamente de entre toda aquella generación de guionistas y dibujantes de historietas), volví a releer una vez más los nueve primeros álbumes del personaje... para descubrir que, a pesar de las canas que peinamos y las barbas que arreglamos todos aquellos lectores entonces imberbes, siguen funcionando a la perfección hoy en día. Sobre todo las historias largas incluidas en los álbumes del cuarto al noveno, posteriores a las breves historietas primerizas y a los dos álbumes protagonizados por El Supergrupo, todo ello un material también muy recomendable y que escribió Francisco Pérez Navarro, alias Efepé. Pero a partir del momento en que toma las riendas de su creación en solitario, Jan nos ofrece de forma ininterrumpida seis clásicos indiscutibles del tebeo de humor nacional. A saber: Los alienígenas es el relato de una invasión de extraterrestres multiformes y usurpadores de identidad que ríete tú de los ladrones de cuerpos de Jack Finney, y en el que el autor traslada a la España convulsa del momento la misma paranoia anticomunista de la caza de brujas del senador McCarthy que había hecho mella en la realidad y la ficción de los Estados Unidos de los años cincuenta; El señor de los chupetes parodia la trilogía superventas de Tolkien sumergiendo por vez primera a su protagonista en una aventura con un sentido de la maravilla y del ritmo que no abandonaría en esta etapa deslumbrante; La semana más larga potencia la identidad civil del personaje, de nombre idéntico al de su creador, y aumenta la nómina de secundarios inolvidables con varios personajes entre los que destaca el doctor Escariano Avieso, un mad doctor de presencia recurrente en la serie; Los cabecicubos sería la historieta más descaradamente política concebida por un Jan siempre preocupado por cuestiones de índole social, y que ofrece aquí una parábola a propósito de los peligros del fascismo y el control de las masas con ecos de las distopías de Huxley y Orwell que tristemente sigue muy vigente en la actualidad (y cuando digo actualidad pienso en las recientes elecciones andaluzas y el auge de la ultraderecha); por su parte, La caja de Pandora sería una gran odisea galáctica bigger than life con la que Jan parece ofrecer su versión satírica del cómic europeo de ciencia ficción que llevaba la firma de grandes como Moebius o Enki Bilal y que nutría las páginas de revistas de la época como Cimoc o Zona 84; y finalmente La gran superproducción servía de despedida (momentánea) de su protagonista con una de sus historias más descacharrantes, en la que se parodia el mundo de Hollywood y que nos ha legado personajes puntuales pero inolvidables y máximas que precisamente se han convertido en parte de la educación sentimental de toda una generación de lectores. Como imaginarán, mi recomendación es que al margen de que lean las nuevas aventuras de Superlópez -porque Jan sigue trabajando en su creación inasequible al desaliento-, intenten recuperar los dos primeros tomos recopilatorios con todos estos títulos... y con uno más a modo de extra: Viaje al centro de la Tierra, o la muy potable secuela humorística de la novela homónima de Verne pero con Superlópez y compañía en el rol de exploradores y aventureros.

Como supongo imaginarán, teniendo este bagaje era inevitable acudir a un cine en el que se proyecte la reciente adaptación cinematográfica con todas las reservas y con una mochila cargada de prejuicios. Más aún si tenemos en cuenta que ha sido un proyecto largamente acariciado en el tiempo por diversos cineastas, el último de ellos un Álex de la Iglesia que estuvo a punto de culminarlo con José Mota en el papel principal. Pero pese a ello, o a lo mejor precisamente por ello, este Superlópez que ha dirigido Javier Ruiz Caldera no me ha disgustado tanto como esperaba: es cierto que la película se recrea demasiado en el origen del personaje y no ofrece precisamente una aventura compleja y elaborada... pero eso bien que se lo perdonamos a la mayoría de las adaptaciones de Marvel y DC en sus filmes de presentación de personajes, y no sé por qué no lo vamos a perdonar en este caso; también es verdad que se toma algunas libertades respecto del material original (la más llamativa, a mi parecer, que el personaje femenino descubra tan pronto la doble identidad del protagonista); y qué duda cabe de que por más que sea un humorista de cierto talento, Dani Rovira es un ¿actor? bastante limitado y esto hace mella en los momentos más supuestamente dramáticos del relato. Pero Ruiz Caldera, que en su anterior film ya llevó al cine otro personaje de Bruguera (ese Anacleto crepuscular al que dio vida Imanol Arias, precisamente un actor que en sus años más jóvenes había sonado como idóneo para encarnar a Juan López), logra mantener el equilibrio entre el espectáculo con efectos especiales para todos los públicos y una falsa e intencionada cutrez supuestamente muy española y de la que Javier Fesser fue, ya en sus cortos pre P. Tinto, todo un precursor. Además, se aprecian (aunque mitigados, eso sí) tanto las inquietudes sociales de Jan (aquí representadas por el control al que se somete a la población mundial, aunque venga de manos de una raza extraterrestre) como la mala leche que el tebeo destila en mayores cantidades, y que aquí queda en manos de dos actores, Alexandra Jiménez y Julián López, que encarnan respectivamente a Luisa Lanas y Jaime González y que son lo mejor de la función. A todo esto podemos añadir las múltiples referencias a modo de regalo para el fan irredento (incluyendo el apelativo de medianía o el cameo de los petisos carambanales) y la escena post crédito final al más puro estilo Marvel y que adelanta lo que podría ser una segunda parte (muy probable, dado el gran éxito de la cinta en taquilla) que adaptaría una de las mejores aventuras del personaje... y que, si no han visto todavía el film, pueden jugar a adivinar teniendo en cuenta que la he mencionado en el párrafo anterior.

Como complemento perfecto al estreno de la película, el sello Bruguera (que resucitó hace unos meses de la mano de Penguin Random House para aglutinar los títulos del cómic nacional heredados de Ediciones B) no ha dejado pasar la oportunidad de publicar El gran libro de Superlópez. Pero si sospechan que se trata de un producto editorial sin interés con un propósito únicamente crematístico -lo que no sería de extrañar, porque la tradición que nos precede es prolija en este tipo de ofertas-, leer el nombre de su responsable en la cubierta debería disipar toda duda: Antoni Guiral es uno de nuestros mejores divulgadores de cómic, y sin duda el mejor en lo que al estudio de lo que fue la Escuela Bruguera se refiere. Guiral, con quien tuvimos el placer de contar en esa misma sesión de homenaje de Unicómic a Bruguera a la que me refería antes, y al que he escuchado en otras muchas ocasiones y he leído todavía más, arranca su recorrido por la historia del personaje con su nacimiento como un encargo a Jan por parte de mi amigo y sobre todo maestro Antonio Martín, que firma el prólogo del volumen. A partir de ahí, desgrana toda su trayectoria recordando las distintas editoriales, publicaciones y recopilatorios que lo han acogido, así como las historias principales, los personajes protagonistas y secundarios y otras cuestiones relacionadas, incluyendo merchandising y culminando con un breve texto sobre el estreno de la película... antes de dedicar unas páginas al resto de la producción creativa de Jan. Como no podía ser de otra forma, y permítanme que recurra a lugares comunes de la promoción más vetusta y que me retrotraen gozosamente a mi infancia y primera adolescencia: el volumen está "profusamente ilustrado a todo color"; y "hará las delicias de los seguidores del personaje, que son legión". Lugares comunes que entonces eran promoción editorial; pero que hoy, al menos en el último caso, es una verdad como un templo y que su creador se ha ganado a pulso.

Superlópez se proyecta en cines de toda España; El gran libro de Superlópez está editado por Bruguera (Penguin Random House).

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