Sociedad

Tajo al Tajo

Nuestro compañero columnista Mateo Marco Amorós, quien además es profesor de Enseñanza Secundaria y de la Universidad de Alicante, ha vuelto a ofrecer su opinión sobre la problemática del agua en la Comunidad Valenciana y los trasvases Tajo-Segura y Júcar-Vinalopó. Les ofrecemos a continuación su último artículo sobre el tema, aparecido en el Diario INFORMACIÓN de Alicante.
En comandita, tanto el PSOE como el PP, lo han acordado para el nuevo proyecto de Estatuto de Castilla-La Mancha: el trasvase Tajo-Segura se habrá de interrumpir en 2015. Yo no sé si caben en los Estatutos fechas de caducidad para las cosas de los hombres, porque uno ve ya tantas cosas que caben o se han metido en ellos, que ya no le sorprende que cualquier bodrio se cuele en estos textos que se supone han de ser armazón para las leyes más menudas que rijan con cordura lo civil. Lo que sí que sé es que cuando lo que cabía era políticas continentales -y el agua reclamaba y reclama una política continental-, el aldeanismo más ruin campa con orgullo.

La reacción en Murcia y en la Comunidad Valenciana ha sido interesante porque los conmilitones del PSOE y del PP han clamado contra lo que se considera insolidario. Y no deja de llamar la atención, mucho más, la actitud del PSOE valenciano y murciano, rasgándose ahora las vestiduras cuando se han opuesto a cualquier trasvase desde que Zapatero y Narbona asumieron y dieron las consignas dictadas por la Nueva Cultura del Agua, que como hemos dicho otras veces es cultura de la sed.

Y mucho más llama la atención, en la Comunidad Valenciana, donde el PSOE ha rediseñado el trasvase Júcar-Vinalopó transformándolo en algo tan inútil como para que descubramos que en el sinsentido de lo que se va a trasvasar, más valdría el no hacerlo. Esto si no se ha reconstruido dicho trasvase para exportar la inmundicia que se acumula en el azud de la Marquesa antes que echarla a las playas en Cullera. Porquería que tanto le molesta a Xúquer Viu. Y es que no puedo dejar de ver la figura de José María Marugán, consejero de Aguas del Júcar, para vender el corrompido trasvase, como la de un aguador al que casi nadie le compra el agua de su pellejo porque es agua que huele a podrido y no teniendo más agua que ofrecer cada vez huele más putrefacta. Así me pareció verlo el día cinco de septiembre en Villena, en La Entrada, pero creo que aquella tarde de fiestas no llevaba más que un vaso.

Castilla-La Mancha quiere poner en su nuevo estatuto el «The End» al Tajo-Segura y puestos a lo puesto en reformas -y ya que...- se me ocurre, en esta orgía estatutaria, que cuando le toque a Murcia la revisión del suyo, ya puesta en faena, reclame en él lo que por historia le corresponde. Esto es, que la Murcia mutilada en 1833 reclamara la Murcia que fue Reino. Así, Murcia, imitando a otros territorios que reivindican territorios, requiriera, a saber: En el Alto Segura, las comarcas jienenses de Beas y Segura de la Sierra. Por otro lado, de Albacete, Yeste y Socovos, prolongación natural de los valles subbéticos de Caravaca y Moratalla. Por otro, los altiplanos al norte y este de Yecla, que es decir: la alicantina Villena, y las manchegas Almansa, Chinchilla y Hellín. También, los parajes almerienses del alto Guadalentín, comarca de Huércal y parte de la comarca de la Vera. Y ya puestos, por aquello del Lebensraum o espacio vital que decían los nazis, y salvando los remilgos también históricos de Orihuela con Murcia, todo el Bajo Segura para los de la Parranda. Sí todo el Bajo Segura, espacio natural que gravita cultural y económicamente con las tierras murcianas y en gran parte de historia y poblamiento murciano. Algo de esto hemos escrito cuando reseñamos el documentado libro de María José Vilar, que es fruto lúcido de su tesis doctoral (María José Vilar, Territorio y Ordenación Administrativa en la España Contemporánea. Los orígenes de la actual Región uniprovincial de Murcia, Asamblea Regional de Murcia y Real Academia Alfonso X El Sabio, 2004). Pero lo hemos escrito desde la especulación imaginativa, porque no lo sentimos así. Y no lo sentimos así, porque las lindes, pensamos, sólo las defienden los perros. Y esto pudriendo con orines las esquinas.

Fuente: Diario INFORMACIÓN.
Autor: Mateo Marco Amorós.

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