Cultura

Tan dulce el adiós

Dicen que se veía venir. Que nadie quería publicarlo hasta que fuera oficial aunque todos lo sabían. Y al final ha sido así: Juan Palao se ha marchado. No de Villena, que a muchos gustaría, sino de su puesto de portavoz en los Plenos y representante del Partido Popular de Villena en la Junta de Gobierno.
Este concejal, que conocemos desde hace muchos años, ha recolectado multitud de epítetos alusivos al carácter con que exponía sus mociones, críticas y ataques al partido de gobierno. De ahí vinieron las calificaciones de “doberman” o “azote” y algunas otras que no estaría bien reproducir en este medio. Y es que las exposiciones de Juan lo mostraban así: minucioso, decidido, taxativo, escrupuloso, vigilante, agresivo y rotundo. Sus interpelaciones al grupo de gobierno rozaban en ocasiones la amenaza, sus conclusiones parecían no admitir réplica. Hacía de su oposición un guardián siempre dispuesto a la batalla.

Ahora nos quedan los comentarios acerca de la situación de su partido. Opiniones generalmente ligeras, poco reflexivas. No voy a tomarme la molestia de exponerlas, que hay lugares más apropiados para hacerlo. Tras leer la noticia, lo primero que hago es echar un vistazo al personal con que hoy día cuenta el partido popular para darme cuenta de que afortunadamente –digo afortunadamente porque si ganaran las próximas elecciones serían quienes llevarían adelante nuestra ciudad– la ejecutiva cuenta con nuevas caras, algunas de ellas las conozco desde hace algún tiempo, y me constan como mentes responsables, capacitadas y valientes. Alguna de ellas ni tan siquiera ha tenido que sufrir el proceso de reconstrucción que supuso pasar de la derecha al centro, entiendan esto como quieran. “Que se vaya Palao” no supone entonces ninguna pérdida para el partido, salvo la personal. Allí queda, ya digo, sangre fresca, nuevas formas de entender la vida de una ciudad y, creo que es importante, nuevos conocimientos adquiridos académicamente. ¿Por qué digo esto? Porque el estudio académico obliga a una estructura del pensamiento que por sí misma hace valorar los problemas desde un método estructural que, pienso, admite que la resolución del problema se trabaje desde distintos ángulos: no únicamente desde el corazón o desde el punto de vista económico, como ha ocurrido en muchos casos.

En el fondo de todo el asunto, salvando el deseo de un camino afortunado para el señor Palao, queda el bien común y este se traduce por una correcta gestión en todos los campos en los que trabaja nuestro ayuntamiento. Cuanto mejor lo haga el ayuntamiento –esto incluye la oposición, por supuesto– mejor viviremos en nuestra ciudad. Por eso pienso que no sólo es importante contar con un capacitado grupo en el equipo de gobierno, sino también en la oposición.

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