Confieso que empecé a leer Paranormal, yo, el libro testimonial que Juan Berrueta dedica a su experiencia como montador del programa televisivo Cuarto Milenio, con todas las reservas del mundo: su presentador, Iker Jiménez, me parece un cantamañanas en el mejor de los casos o un manipulador en el peor... y, francamente, a poco que se le escuche con atención, es fácil decantarse por lo segundo. Y como entendía que el autor del libro pretende conservar su trabajo y nunca mearía sobre la mesa de su jefe, por mucho que se declare como escéptico en el subtítulo del volumen me esperaba un masaje en toda regla al rostro visible de este programa; un espectáculo circense que solo puede verse con un mínimo de seriedad si se entiende como un magazine de humor experimental y a su presentador como una suerte de Andreu Buenafuente involuntario.
Para mi sorpresa, me he encontrado con un libro considerablemente bien escrito en el que no se da pábulo a la existencia de lo sobrenatural y que viene a demostrar que, por lo general, lo inexplicable no es tal; o, como mucho, lo es únicamente por la falta de información al respecto. Así, ni las psicofonías existen, ni los objetos se mueven por sí solos, ni el apilamiento de libros al más puro estilo Cazafantasmas (una de las películas favoritas de Berrueta desde su infancia: ya tenemos dos cosas en común) son responsabilidad de espíritus ultraterrenos por muchos circunloquios vacuos que se le quiera dar al asunto. No obstante, y al margen de todo lo dicho, lo que más me sorprende de este libro tan divertido, que se lee de una sentada y que, insisto, resulta recomendable para todos los interesados en el tema con más de una neurona funcional es que Iker Jiménez haya aceptado escribir el prólogo y en él elogie el texto de su empleado. Ahora va a resultar que también tiene sentido del humor; o eso, o piensa que sus seguidores más acérrimos no saben leer. De una forma u otra, ya me cae mejor que antes; pero tampoco mucho, no se vayan a creer.
Al mismo tiempo que Paranormal, yo ha llegado a las librerías, las salas españolas han recibido el estreno de El último Late Night, una de las más recientes sensaciones del cine de terror de la temporada (ya saben, “el Hereditary del año” que se estrena cada dos o tres meses). Aunque me parece que está muy lejos de ser la obra maestra que pregonan algunos, el film dirigido por los realizadores Cameron y Colin Cairnes es una sugerente apuesta que bebe de clásicos como La semilla del diablo o El exorcista tanto como del mockumentary o falso documental, el found footage o metraje encontrado y los formatos televisivos (de esto no hace falta vocablo anglosajón, creo). Curiosamente, ya en su anterior Scare Campaign, esta pareja de hermanos australianos se habían aproximado al universo de la pequeña pantalla utilizando un supuesto programa de cámara oculta para aterrorizar al espectador. Pero este nuevo trabajo supone un paso de gigante en su carrera gracias al gran atractivo de la propuesta tanto en su relato como en su aspecto formal.
El título original del film, Late Night with the Devil (“Late Night con el Diablo”, vaya), da algunas pistas más sobre su argumento: la emisión en directo de un programa especial durante la velada de Halloween que puede suponer la redención personal y profesional de su presentador se topa con una presencia demoníaca y todo acaba como el rosario de la aurora. A lo efectivo de la cinta contribuyen tanto su acabado visual, que utiliza de modo funcional la estética de la televisión norteamericana de los años setenta, como la labor de un magnífico David Dastmalchian -una de las presencias más turbadoras del cine contemporáneo- en la piel del conductor de un programa sobre el que recaen las lógicas sospechas de fraude. Ni que decir tiene que, al contrario de lo que ocurre con Cuarto Milenio, finalmente (ahí va un spoiler de lo más predecible) todo es verdad y el Diablo existe. Pues menos mal, porque de eso se trata cuando hablamos de la ficción y no de la realidad: de resultar interesante y provocadora en lugar de anodina e insustancial.
Paranormal, yo está editado por Ediciones B; El último Late Night se proyecta en cines de toda España.