Cartas al Director

Tengamos la guerra en paz

Primeramente dejar bien claro que, personalmente, me la refanfinfla de bárbara manera el hecho de que se coloquen lazos, sean del color que sean. Por mí como si se los quieren poner en la punta el carajo e ir con la minga al aire todo el santo día. Con su pan se lo coman, mira por dónde.
Me la trae también al viento el acto contrario, esto es, que se unan los que no gustan de esa simbología para quitarlos y para ello vistan como si de trabajadores de una central nuclear se tratasen. Proporcionarle a estos actos más palique del que de realidad merecen es, aparte de porculearnos el cerebro a los que no estamos en el tema, hacer propaganda barata, más bien gratis, tanto a los ponedores como a los quitadores.

Y claro, ahí tenemos las brillantísimas mentes de quienes, tanto de un bando como del opuesto, son de la creencia de que poniéndose en plan pugilístico mejor se solucionan todas las cosas. No caeré en la pedantería, pero hubo uno de esos que siempre están diciendo que afirmaba: No se tiene más razón por gritar más alto. Y como lo hizo con voz susurrante, pues tuvo más razón que un santo.

A fin de cuentas se colocarán más lazos, y también se quitarán, cuanto más bombo y platillo se le dé al asunto en medios de comunicación y corros de bares. Si se les ignorara por respuesta, con el tiempo, tanto unos como otros se aburrirían y andandico pa’ casa que se nos quema la cena.

También podían caer de la burra y pensar ya de una vez por todas que le están siguiendo el juego a politicuelos que escudándose en el poder juguetean con la ciudadanía, pues ellos están bien resguardaditos en sus despachos y con el cuerpo policial autonómico postrado a sus pies. Ahí me las den todas, se suele decir cuando hay palos por algo propio y se los llevan otros.

No habría de darle a tan rebuscados hechos más trascendencia que la que realmente tienen (prácticamente ninguna), y se deberían preocupar de problemas más acuciantes por resolver. Como pueden ser, poniendo algún ejemplo, que sea una realidad que las pensiones son dignas, que haya menos paro, se anulen los recortes, no existan los copagos ni ningún favorecimiento a aquellos cuyo barrigón va tres leguas por delante del cuerpo en detrimento de los menos pudientes. Las uvas me darían enumerando ejemplos, pero no entraré más al trapo.

Y como ya dejé bien clarificado en un principio que me la bufa el rollo en cuestión, éste que lo es continúa pensando que cada cual haga lo que quiera, si luego le explota en las narices se joda un rato. Lo dicho, lo que no me gustaría perderme de esta movida es saber cuál va a ser su ‘desenlace’. Hasta más ver, pues. ¡Au!

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