Abandonad toda esperanza

Todas fuertes

Abandonad toda esperanza, salmo 174º
Si es por todos sabido que en España hay más lectoras que lectores in strictu sensu, las cosas se tornan cuando hablamos del perfil medio del lector de cómics, indudablemente masculino. Y aunque durante los últimos años la diferencia entre el número de unos y otras se ha ido acortando considerablemente gracias a la difusión equitativa lograda por el cómic japonés, el preferido por el público adolescente, todavía queda mucho camino por recorrer en la conquista de lectoras habituales de tebeos.

Buena parte del impulso necesario para atraer la atención de un público femenino podría venir de la mano de algunos personajes memorables con los que identificarse, mujeres de armas tomar que ponen en tela de juicio aquella etiqueta tan sospechosa del "sexo débil". Este fue el caso de Marjane Satrapi, protagonista (y autora) de Persépolis, que ya les recomendé en su momento y que se ha convertido en todo un best seller del medio, ayudado por la adaptación cinematográfica pertinente.

Parsua Bashi cuenta con el hándicap de ser considerada una simple imitadora de la Satrapi: su Nylon Road, como Persépolis, es una historieta autobiográfica protagonizada por una mujer iraní en busca de su propia identidad, en relación con la de los que la rodean y la de su país de origen, y resulta imposible resistirse a la odiosa tentación de comparar. Pero debemos tener en cuenta que no siempre se puede poner una pica en Flandes allá por donde se va. Y Nylon Road es una reflexión muy apreciable que tiene en su sinceridad y su desparpajo tan autobiográficos como intransferibles su principal baza y razón de ser.

Estos personajes no están solo en manos de mujeres: también hay autores que se atreven a retratar, con mayor o menor acierto, el segundo sexo en el mundo de las viñetas. Este es el caso de Hernán Migoya, escritor y guionista de cómics que hace unos años saltó a la palestra desatando la polémica más encendida con sus libros Todas putas y Putas es poco. Ahora, en su regreso al arte secuencial (aunque la verdad es que nunca se fue del todo), vuelve a tratar un tema que podría despertar un arduo debate: la violencia de género. El resultado es Olimpita, una novela gráfica dibujada por Joan Marín y protagonizada por una vendedora de pescado atrapada entre la sumisión y el deseo, y que resultará menos discutida que sus relatos porque su título es bastante discreto y ya se sabe que los buscadores de polémica solo se leen las cubiertas.

Y cuando parecía que el cómic de Oeste estaba muerto -o al menos agonizante: todavía resisten Blueberry, Bouncer y pocos más-, Christian Perrissin y Matthieu Blanchin van y resucitan a Calamity Jane en Martha Jane Cannary, una serie de álbumes cuyo arranque fue considerado en la vecina Francia como uno de "los imprescindibles" del exquisito Festival de Angoulème, y que relata la infancia y la adolescencia del que es, posiblemente, el personaje femenino más célebre de la mitología del Far West.

¿Alguien ha dicho "sexo débil"?

Nylon Road y Olimpita están editados por Norma Editorial; Martha Jane Cannary está editado por Ponent Mon.

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