Viéndolas pasar

Tramposos

Me decían algunos amigos míos que ya está bien de hablar de fútbol en mis columnas, además de reprocharme el haber perdido la objetividad, pues siempre hablo bien del Real Madrid. Y entre ellos, una persona a la que empezaba a considerar casi perfecta, que me confesó su tendencia culé. Los caminos de la vida están llenos de baches… ¡qué se le va a hacer!
Tomo nota, pues, de lo que mis lectores dicen, y esta semana cambio de deporte y paso del fútbol al automovilismo y algo, también, al cinismo… perdón, al ciclismo. Es este último deporte el que más me llama la atención: con la de veces que he vibrado en el sofá viendo al grande entre los grandes, Indurain, subiendo puertos, corriendo contrarreloj y cediendo después el testigo de esta afición a un no menos grande Lance Armstrong, llegamos al punto actual de 2007 en el que uno ya no sabe si el pelotón corre en busca de la meta o huyendo de los antidoping.

No me digan uds. que no es algo patético ver cómo la policía se lleva esposado a un corredor del Tour de France, cómo el que va primero es eliminado por su equipo para evitar sospechas y así, sin parar, un goteo de espectáculos esperpénticos que están consiguiendo que muchos aficionados cambien de canal y prefieran ver cualquier culebrón veraniego antes que la, otrora, prestigiosa ronda gala.

Tengo un amigo que hace ciclismo. Sí, la verdad es que dirán que tengo amigos que hacen de todo y tienen razón, pero lo cierto es que la frase, cambiando el orden, podría definir a mi amigo Paco (no diré su apellido pues es muy conocido y dirán que hago propaganda gratuita de su gestoría y autoescuela). Paco hace ciclismo, juega al golf, fue uno de los pioneros jugadores de tenis de Villena, deporte que todavía practica y que le ha costado algún disgusto en forma de fractura de clavícula últimamente. Pues como experto en el tema que es, sepan Uds. que ha subido el Tourmalet, l’Alpe D’huez y hasta el Reconco ha escalado con su bicicleta, me decía que el esfuerzo que se exige a estos corredores es inhumano. A las rampas que hay que subir se le deben añadir previamente 200 km. de pedaleo y encima, se les pide velocidad.

Todo por el espectáculo televisivo, porque ya me dirán Uds. cuánta gente hay viendo las etapas; salvo en puntos muy concretos, nadie. Los intereses económicos son los que hacen que se cargan el deporte, aunque, eso sí, el que va a la cárcel es el corredor que se dopa. Vamos a ver lo que dura esto porque me parece que se han cargado el Tour y mal parado queda el ciclismo en general.

No le va muy lejos la F-1, para indignación de los aficionados a este deporte. El domingo pasado vimos cómo se materializaba el robo a Alonso que el año pasado intentaron en varias ocasiones para beneficiar entonces al piloto de Ferrari y en esta ocasión a su compañero de equipo en McLaren. Me pregunto, cuando veo cosas como las del domingo pasado, cómo es posible que un deportista sea capaz de celebrar y gesticular una victoria adulterada. ¿Qué ve ese deportista cuando se mira al espejo? Porque puede engañar a quien no sepa de qué va la historia, pero ante los ojos de medio mundo la impresión de ridículo debe ser extraordinaria. A este tipo de personajes, sean pilotos, ciclistas, golfistas o futbolistas se les ha llamado siempre tramposos. Sin embargo, muchas veces pienso que, en realidad, son personas chauvinistas que creen ser el ombligo del mundo. Alzar ese trofeo es un homenaje a la pobreza de espíritu. ¡Qué mal me caes, Hamilton!

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba