Un artista superdotado
Abandonad toda esperanza, salmo 370º
El primer recuerdo que tengo de Richard Corben es el de un pene descomunal. No, no me refiero al suyo ni he tenido la oportunidad de verlo como para poder apreciar sus dimensiones: hablo del contundente miembro viril de una de sus criaturas más populares, Den, del que leí alguna aventura suya (no me pregunten cuál ni en qué formato) siendo apenas un niño que veraneaba junto a su familia en Guardamar del Segura. Como he dicho en más de una ocasión, el no haber tenido hermanos mayores me privó de una buena parte de la educación sentimental que sí tuvieron algunos de mis semejantes: aquellas revistas de historietas como Cairo, Zona 84, Cimoc o similares que publicaban lo más granado del cómic internacional de entonces de forma serializada y que yo conocí de forma tardía y muy fragmentada.
Así pues, descubrí a Corben en uno de aquellos episodios estivales en los que, viviendo unos días en una ciudad que no era la mía, me encontré leyendo los tebeos que por suerte o por desgracia caían en mis manos sin tener mucho más donde elegir. Supongo que sería algún ejemplar de Creepy el que incluía aquellas páginas que me parecieron tan extrañas, y donde un individuo hipermusculado y en pelota picada vivía las más increíbles aventuras en un mundo ignoto habitado por criaturas fantásticas. Aquella lectura no logró convertir a su autor en uno de mis predilectos, y todavía sigue sin serlo hoy: aún prefiero a colegas suyos de la misma generación como Barry Windsor-Smith o mi idolatrado Berni Wrightson. No obstante, eso no quita para que un servidor sea capaz de admirar su pericia narrativa y técnica artística, y tampoco para que considere que el único título absolutamente imprescindible de entre todas las novedades del pasado Salón del Cómic de Barcelona -si obviamos, claro, mi cómic favorito: From Hell- sea precisamente Creepy presenta: Richard Corben, un volumen de lujo que recopila todas las historietas, ilustraciones y cubiertas del artista para las míticas cabeceras de la factoría de James Warren; más de 300 páginas en blanco y negro y color restauradas para la ocasión y con guiones, además del propio Corben, de maestros veteranos del noveno arte como Bruce Jones, Don McGregor, Doug Moench o Jan Strnad. No faltan, por supuesto, algunas adaptaciones del inevitable Edgar Allan Poe y unas ciertas dosis de ese humor (negro) que caracteriza a las historietas de terror desde los años de EC Comics a esta parte. En definitiva: una obra que no puede faltar en cualquier biblioteca que se precie de serlo.
Casi tan indispensable como el volumen anterior me parece Ragemoor, una miniserie de cuatro números que aquí se publica de forma íntegra en un solo tomo y que viene a corroborar que el Corben del siglo XXI sigue en plena forma. Escrita por su colaborador habitual, el ya citado Jan Strnad, y demostrando que el dibujante se ha adaptado a las nuevas técnicas de ilustración, la presente obra acaba siendo el homenaje de ambos autores al legado de Poe y Lovecraft: del primero rescata el profundo hálito romántico de muchos de sus cuentos de terror, así como la atmósfera gótica del relato, mientras que del segundo retoma las criaturas indescriptibles que habitan en las capas subterráneas de nuestro mundo. El cóctel resultante es una historia de miedo con el característico sello de este artista superdotado: un universo de colores blanco, negro y gris cuyas figuras casi parecen tener tres dimensiones. Como el también superdotado Den y su... bueno, ya saben.
Creepy presenta: Richard Corben y Ragemoor están editados por Planeta de Agostini y Norma respectivamente.