Editorial

Un documento histórico

Con la firma de la Ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, y la rúbrica previa del Conseller de Infraestructuras de la Generalitat Valenciana, Mario Flores, del Protocolo para la Integración del Ferrocarril en Villena, nuestra ciudad ha dado un paso histórico en la resolución de uno de sus problemas más acuciantes.
Nunca hasta ahora un cargo público de tan alto rango –una Ministra del Gobierno de España– había ratificado por escrito un documento en el que se muestra la voluntad clara e inequívoca de las administraciones central, autonómica y local por resolver el problema de las vías. Nunca hasta ahora habían tenido nuestros representantes locales un argumento tan contundente para seguir reivindicando ante nuestros gobernantes una solución a las innumerables trabas y cortapisas que las vías del ferrocarril han supuesto para el desarrollo urbanístico e industrial de nuestra ciudad, y en consecuencia a su progreso económico y social. Nunca habíamos llegado tan lejos en esta reivindicación, y por ello es de justicia que se reconozca y felicite a todas las personas que han hecho posible que lleguemos hasta donde hemos llegado, empezando por la Plataforma Cívica para la Integración del Ferrocarril (tan denostada en algunas ocasiones) y siguiendo por las distintas Corporaciones, cuyo trabajo, insistencia y perseverancia han dado finalmente sus frutos.

Pero el trabajo no ha concluido, ni mucho menos. Hay que seguir insistiendo, reclamando, solicitando reuniones de la Comisión de Seguimiento, presionando y llamando a las puertas que sea necesario para que el Protocolo no se quede en papel mojado y se ejecuten todas las actuaciones que contempla. Afortunadamente, las firmas son una realidad, y cualquier actuación contraria a lo firmado, o cualquier falta de actuación, nos armará de razón para exigir responsabilidades políticas caiga quien caiga, gobierne quien gobierne y se trate de la administración que se trate.

Nos encontramos ante un momento histórico para nuestra ciudad, que tras años de trabajo y reivindicaciones tiene más cerca que nunca la solución a uno de sus problemas más graves. Ha llegado la hora de dejar de lado los intereses partidistas y conseguir, todos juntos y de una vez por todas, aprovechar una oportunidad que jamás se nos había presentado de manera tan clara y precisa. Es, por tanto, el momento de la responsabilidad y la amplitud de miras, el momento de aunar esfuerzos y presionar ante quien sea necesario para conseguir que lo plasmado en el Protocolo no quede en el cajón de los proyectos pendientes –como tantos otros– y se convierta finalmente en una realidad.

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