Cartas al Director

Un poco de “Memoria Histórica”

Ya que esto de la “Memoria Histórica” está tan de moda, seguro que me van a permitir que yo les haga a todos un poco de memoria, pero en este caso referida a nuestra Plaza de Toros.
Hagamos, pues, uso de la memoria, y acordémonos de cuando la Plaza de Toros estaba en uso… que tampoco hay que ser tan viejo para acordarse de cuando venía el Circo Americano.

Recordemos lo que sucedió con los primeros Ayuntamientos del Partido Socialista. Lo resumiré en dos palabras: especulación y abandono.

¿Qué hizo el Ayuntamiento de Vicente Rodes? Intentar preservar lo que estaba abandonado: sacó a la luz la piedra natural con la que estaba construida y reforzó con cemento y arena, instalando un zuncho de hormigón… para que no se cayera (que, si no, se nos había caído).

Tras perder el PP las elecciones, el famoso “Equipo de Gobierno” reeditó el esquema anterior, pero invirtiendo el orden: abandono y especulación.

El abandono más absoluto, con riesgo de los viandantes ante el peligro evidente de desplome (y es curioso que “aparecieran”, por arte de birlibirloque, unos extraños agujeros en cada uno de los pilares que sostenían la Plaza, pero siempre habré de suponer que se hicieron para poner macetas con geranios o como refugio para aves migratorias, y nunca jamás que se hicieran para debilitar la estructura).

Y la especulación más sangrante: un balneario de cine.

Consecuente y afortunadamente, Villena les dio la espalda en las elecciones. Y es ahora, cuatro meses después de su batacazo, cuando quieren que el problema que dejaron en su “testamento” se haya convertido ya en “líquido metálico”. Pues miren, no: las herencias se han de liquidar con la prudencia necesaria (Notario incluido, y nunca “en negro”), y en ello estamos: liquidando “su” herencia e intentando recuperar el legado que nuestros antepasados nos dejaron.

Aunque no fuera ésta la costumbre pasada, Villena estará siempre puntualmente informada de la marcha de éstas y futuras obras que el actual Ayuntamiento acometa, “con luz y taquígrafos”, que tampoco era costumbre.

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