Vacunas
La gran mayoría de la población acude a los centros de salud confiando en que la sanidad española no está aliada con las fuerzas del mal
Estamos acercándonos al invierno y ya se ha iniciado la campaña de vacunación de esta temporada. Aunque en todas las esferas de la sociedad hay personas que prefieren no exponerse a los hipotéticos riesgos de las inyecciones inmunológicas, la gran mayoría acude a los centros de salud confiando en que la sanidad española no está aliada con las fuerzas del mal y llama a los ciudadanos para protegerlos de las enfermedades o, al menos, de sus síntomas más virulentos.
Hace un par de semanas, el tonto que os habla hizo su cola cívica y reglamentaria para pedir fecha y hora de las inoculaciones que fuesen menester, con el objetivo de seguir permaneciendo entre vosotros con cierta dignidad, y con los menos mocos posibles, mientras dure el fresquito de Villena.
Delante de mí se produjo la típica conversación entre el administrativo que suministra las citas y un cliente o paciente. (Depende de si la persona es uno de esos que van todas las semanas al médico como parte de sus actividades lúdicas de jubilado, o de si es una persona enferma de verdad):
- Buenos días.
- Buenos días. Dígame.
- Vengo a pedir cita para lo de las vacunas.
- ¿Es usted mayor de sesenta años?
- Algo.
- Este año estamos poniendo la vacuna de la gripe, la de la covid y la del neumococo.
- ¿No tienen otra? Porque tengo dos brazos y dos piernas y me cabría…
- Ja, ja.
- Je, je.
- ¿Se pondrá todas?
- Yes.
- Pues este día y esta hora ¿Le viene bien?
- Oui Monsieur, d’accord –el jubilado había estudiado cuando se hacía cuarto y reválida y se daba francés. Le gustaba impresionar a su interlocutor cerrando las conversaciones en el idioma de Víctor Hugo–.
En ese momento intervino un tercer personaje que se encontraba en la cola paralela. Era una señora mayor que nuestro afrancesado. Habría superado los setenta y la acompañaba una mujer con la edad adecuada para ser su hija.
- ¡Qué barbaridad, tres vacunas! ¡El año pasado solo pusieron dos! –exclamó la señora.
- No pasa nada mujer, eso es bueno. Y cada año es distinto del anterior… –le contesto el jubilado afrancesado que se iba a marchar ya, pero se quedó para dar conversación–.
- Pues yo no sé si me las voy a poner todas.
- ¡Si son gratis!
- Ya, ya lo sé, pero me da miedo la reacción.
- No se preocupe, ya verá como no es para tanto –afirmó Robespierre–.
Entonces terció la que era su hija (o no) que ya estaba tardando.
- Pues yo, porque me ha dicho que la acompañe… Pero que sepa usted que no me voy a poner ninguna. Que hay mucha gente que se murió después de ponerse la del covi, pero de eso no dicen nada los medios.
- Mujer, se murieron porque los atropelló un camión o porque ya tenían otras enfermedades de morirse. Pero tampoco tantos.
- Sí que fueron muchos, lo que pasa es que esas verdades solo las sabe Iker Jiménez y los poderes las ocultan para que la gente no sepa que nos controlan con los chips que llevan las vacunas. Y a mí no me va a vigilar nadie.
- Pero, ¿por qué tendrían que vigilarla a usted? ¿Es una delincuente? O, peor aún, ¿es una peligrosa antisistema de esas que tiran los chicles al suelo? ¿Es, acaso, una de las trescientas militantes del Partido Comunista
- ¿Trescientos comunistas hay en Villena?
- En España –a esas alturas Marat ya estaba muy gracioso–.
- ¡¡¡Circulen!!! –gritó alguien desde el mostrador–.
El Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III y el Ministerio de Sanidad han participado, junto a otros investigadores europeos, en un estudio publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa.
El trabajo, publicado en la revista The Lancet Respiratory Medicine, señala que, desde su introducción en diciembre de 2020 hasta marzo de 2023, las vacunas contra la COVID-19 redujeron significativamente las muertes debidas a la pandemia salvando más de 1,6 millones de vidas en la Región Europea de la OMS.
La vacunación contra el sarampión, contra la poliomielitis y la que cubre 14 enfermedades, ha salvado unas 154 millones de vidas (el equivalente a 6 vidas cada minuto de cada año) en los últimos 50 años. La inmensa mayoría, 101 millones, eran lactantes. Para aumentar la cobertura de inmunización, UNICEF, uno de los mayores compradores de vacunas del mundo, adquiere cada año más de 2.000 millones de dosis para llegar a casi la mitad de los niños y niñas del mundo.
Pero Iker maneja otros datos. Vosotros veréis.