Vidas ilustres
Abandonad toda esperanza, salmo 623º
Anteriormente ya le había dedicado en un par de ocasiones sendas columnas a la historieta biográfica; pero en los últimos meses se han acumulado en las mesas de novedades de las librerías tantos cómics nuevos del género que su comentario no me cabe en una sola entrega. Por tanto, esta que están leyendo ahora es la primera de dos columnas consecutivas que voy a ofrecerles sobre el asunto.
Empezaré con el que ya les adelanto que me parece, por diversas razones, uno de los títulos del año: me refiero a la novela gráfica que el guionista Julian Voloj y el dibujante Thomas Campi le han dedicado a Joe Shuster, ilustrador que en compañía de su amigo el escritor Jerry Siegel creó al personaje que acabaría convirtiéndose en uno de los iconos culturales del siglo XX y el superhéroe por antonomasia: Superman. Que la propuesta otorgue la voz narrativa principal a Shuster se debe a que Voloj tuvo acceso directo a una colección de documentos y correspondencia de aquel que fue donada a la Universidad de Columbia en 2014. No obstante, esta es la historia de la amistad personal y la colaboración profesional entre ambos y de sus altibajos, a lo largo de un relato que los aficionados más veteranos ya conocerán pero que es posible que pille de nuevas a un gran número de lectores: y es que lejos de forrarse con su creación -como quizá crean muchos que ocurrió-, a finales de los años treinta del siglo pasado, con el personaje recién nacido, unos Siegel y Shuster primerizos y que soñaban con poder ganarse la vida decentemente escribiendo y dibujando tebeos vendieron a la editorial que accedió a publicar las aventuras de su personaje todos los derechos de explotación del mismo. Por supuesto, este Joe Shuster. Una historia a la sombra de Superman se convierte en un acto de justicia que reivindica los derechos de los autores y en un ajuste de cuentas con la historia; una historia en la que no faltan secundarios de lujo como los mandamases de DC Comics, el inefable Stan Lee, un por aquel entonces joven Neal Adams (que se convertiría en el defensor mediático de Siegel y Shuster en los años setenta) o los creadores de Batman, Bob Kane y Bill Finger, de los que no se pierde la oportunidad de poner de vuelta y media al primero y homenajear al segundo. Pero como suele decirse, esa es otra historia... que estaría muy bien que Voloj y Campi se decidieran a contar algún día, vista la joya que han parido en esta ocasión; y que se suma a la por el momento escasa bibliografía de cómics biográficos sobre autores del medio (al margen de las historietas autobiográficas, claro), pero que ya nos ha dado alguna que otra joya como El invierno del dibujante de Paco Roca o el Pepe (González) de Carlos Giménez.
Y de un artista gráfico de la Norteamérica del siglo XX a otro de la España del XVIII y el XIX... Francisco de Goya es el protagonista de Goya. Lo sublime terrible, que ha escrito uno de nuestros guionistas más prolíficos y completos: El Torres. Los aficionados recordarán la particular querencia de este guionista malagueño por el terror, y que como consecuencia nos ha legado hasta el momento una retahíla de títulos espléndidos como El velo, Tambores, El bosque de los suicidas, Las brujas de Westwood o Camisa de fuerza. Por eso no es de extrañar que en esta ocasión, y con la colaboración inestimable de un Fran Galán en estado de gracia a los lápices, haya aproximado la figura del protagonista a los estilemas del género en un relato que va del Cádiz de 1793 al Madrid de 1820, y en el que destaca el protagonismo compartido por la gran amiga y confidente del artista: la Duquesa de Alba. Estamos pues ante una obra magnífica que funciona como relato biográfico tanto como cómic de terror puro y duro, y que ingresa desde ya en la bibliografía de cómics protagonizados por pintores como un muy digno compañero del Chagall en Rusia de Joann Sfar, el Rembrandt de Typex o el Dalí de Baudoin.
En las notas finales del volumen anterior, firmadas por Alejandro Romero y donde se subraya la relación del arte de Goya con el terror, se menciona a Luis Buñuel, a quien le encargaron una película biográfica para conmemorar el primer centenario de la muerte del pintor pero que finalmente no pudo rodar... y de la que solo queda la publicación del guion que nos permite elucubrar sobre cómo podría haber sido el resultado. Precisamente este otro sordo genial es el protagonista del último cómic biográfico que les recomiendo hoy: La noche perdida de Luis Buñuel está escrito por Queco Ágreda y dibujado por Javier Ortiz -que no es pariente mío, aclaro-; y está ambientado, con la excepción del epílogo, en una única jornada de abril de 1946. Este es un momento en el que un Buñuel afincado en Los Angeles intenta una y otra vez que algún estudio de Hollywood le contrate como director, y pertenece a una de las etapas vitales menos conocidas del director de Viridiana: aquella en la que estuvo sin dirigir desde que en 1932 estrenara en España su documental sobre Las Hurdes hasta que en 1947 debutara en la cinematografía mexicana con Gran Casino, cinta a mayor gloria de las estrellas nacionales Libertad Lamarque y Jorge Negrete. Y la aproximación que han realizado los autores resulta en un relato gráfico ejecutado con oficio, que como los dos comentados antes cuenta con una base documental consistente y de la que da cuenta un apéndice de notas final; pero que se permite licencias poéticas de corte onírico -muy en la línea del cine del genio de Calanda- donde no falta el concurso de sus amigos del alma, el citado Dalí y ese García Lorca que el año pasado protagonizaba otro magnífico cómic biográfico con la firma de Carles Esquembre. Por cierto, que este muy recomendable La noche perdida de Luis Buñuel no lo edite una editorial convencional del mercado sino el departamento de publicaciones del Gobierno de Aragón, que le dedica así un merecido homenaje a uno de los hijos más ilustres de su comunidad, es una prueba más de que el cómic es un medio cada vez más respetado; y al que se podrá acudir como fuente de documentación de forma recurrente conforme vaya aumentando el corpus de obras como las que les comento hoy... o aquellas de las que les hablaré la semana que viene.
Joe Shuster. Una historia a la sombra de Superman y Goya. Lo sublime terrible están editados por Dibbuks; La noche perdida de Luis Buñuel está editado por Gobierno de Aragón.