Cartas al Director

¡Y digo yo!

“A otro perro con ese hueso” (refrán)

Leí un artículo titulado: "El Covid. ¿Es casual o una guerra mundial? ". En él, el escritor se preguntaba si el Covid-19 había surgido por una casualidad o era obra de energúmenos que quieren devastar el planeta. Como si no lo estuviera ya en demasía, puesto que está con un pie en la tumba sin necesitar la ayuda de ninguna pandemia. No hay que ser un Sherlock Holmes para deducir esto.

Pienso yo, a veces también lo hago, que resultaría de mentes agilipolladas promover una "guerra mundial" de esta forma, biológicamente; ya que, aunque –a pesar de llegar la Navidad– no se tengan muchas luces, se puede concluir que los malnacidos que la provocasen estarían asimismo expuestos a su propia arma: el virus; algo así como escupir contra el viento.

A no ser, cierto es, que estuviesen en posesión del antídoto, por bien decir, de la soñada vacuna. Eso afirman quienes abogan por una conspiración, un complot a nivel mundial, para insertarnos en el organismo –junto con la vacuna– un chip. Yo pienso que no, ¿cuál sería su finalidad? ¿Tener un control sobre todos nosotros? ¡Válgame! Como sí no estuviésemos suficientemente controlados en esta 'sociedad' con el dichoso móvil.

Cualquier movimiento que se haga a través de él –tirarse un peo, por ejemplo– se sabe hasta en la Conchinchina; antes de levantar la pierna incluso. Yo paso olímpicamente de los aparatejos estos que, aun siendo esenciales en ocasiones, lo único que están creando en el pueblo llano son zombis. Basta con mirar a la gente: anda metida en una burbuja sin ver más allá de sus narices. Esclava del móvil, provocándoles si no lo usan, como a los drogatas, mono. Y de los gordos, visto por mí.

En cuanto a ser una casualidad, dudo. Los chinos, que no son pocos ni na, aseguran que el 1er brote se produjo en un mercado por medio de un murciélago. Hubo un 2º brote en Pekín y, digno de asombro, también en un mercado; y también, 'casualmente', por un murciélago. ¡Anda ya!



Nunca he estado en China –y sentaos que me esperen–, pero cabe preguntar: ¿En dónde narices construyen los mercados los asiáticos estos para que en ellos haya murciélagos? ¿Nos creen tontos porque ellos también lo son? Y la del millón, ¿quién y cómo contagió al dichoso murciélago?

Yo, es opinión mía, no creo en complots de ninguna clase, ni en una guerra mundial; empero existe la posibilidad de que se tratase de un gran experimento. Algo que después se les fue de las manos y los resultados ahí los tienes. No esperemos, ni en el mejor de los sueños, que reconozcan nada de nada.

Hemos de recordar que los primeros en mandar ayuda sanitaria a otros países fueron ellos, los chinos. ¿Por humanidad? ¿O por tenerlos por corbata? No lo sabremos jamás de los jamases; si no, al tiempo. En todo caso, que cada cual piense lo que le venga en gana, para eso somos –o así lo creemos– libres.

Y como ante la duda, la más tetuda, éste que lo es se va dibujando estelas en el mar. Lo dicho, al final la culpa la va a tener Batman. Hasta más poder ver. ¡Au!

Por: Tony Piojo

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