Cartas al Director

Y la ideología…

Hoy por hoy parece ser que las ideas las deciden quienes no tienen ideas. Es asombroso, por no decir fascinante, pero parece que es así. Al menos en lo que se refiere a la presunta relación existente en democracia entre ideas y tareas de gobierno. Hoy en día, parece ser que la gran batalla de las ideas, a mayor abundamiento, acabaría en empate entre el PP y el PSOE, y los hacen que la balanza se incline para un lado o para otro son los que carecen de ideas, aquellos a los que lo mismo les da arre que só.
Cuidado, pues, unos y otros, con decir, tras las elecciones, que han ganado “los míos”, ya que “los míos” sólo ganan con la imprescindible colaboración de quienes no son nadie. Y mis ideas, en consecuencia, sólo triunfarían con el apoyo de quienes carecen de ideas, del mismo modo que las opiniones fundadas son establecidas por quienes opinan sin fundamento.

Digamos que esos que no tienen ideas, tan decisivos, no es que no tengan ideas, sino que no tienen ideas muy concretas ni muy organizadas, es decir, que tienen ideas dispersas, de aquí y de allá, incluso de más allá y, tal vez, del más allá. Los estrategas a nivel nacional del Partido Popular a tres meses de las elecciones –el PP no es poca cosa– deben dirigirse a las gentes sin ideología para pillar votos. ¿Qué es, entonces, un partido? ¿Una agrupación de gentes con una ideología a la que poner en suerte de gobernar para mejorar de un modo concreto y diferenciado la sociedad o una agencia de expertos en camelar descerebrados para acceder al poder o mantenerse en él? Parece que lo segundo. El PSOE también quiere hacer, in extremis, su viaje al centro. Después de casi cuatro años de dar la brasa en las lindes de lo desconocido.

Quizás, en el último momento, también busca el votante sin ideología, que según los especialistas en ciencias sociales no es exactamente el votante de centro. Estos especialistas nos dicen –ellos sabrán– que el votante de centro es una cosa y el votante sin ideología es otra. Estoy seguro de que eso es verdad, porque los “míos” ya no debemos de ser tan “nuestros”, siempre hemos creído que quién no tiene ideología, no digamos si se proclama “apolítico”, es un pajarito de izquierdas. Pero, en la práctica, se diría que se confunde al votante de centro con el votante sin ideología, lo cual no puede ser cierto. Algo falla aquí. En lo que a mí más me interesa, lo que falla es que un partido como el PP, en el último suspiro pre-electoral, parezca estar dispuesto a seducir a quienes no tienen ideología. Qué pena más grande. De eso a la publicidad de unos grandes almacenes no hay distancia. Puede que me falte pragmatismo, realismo y, desde luego, varios etcéteras y blablabás, pero uno cree todavía que hay muchas cosas por hacer desde algunas ideologías que, por supuesto, deben renovarse, que no es lo mismo que aguarse, conjugando radicalismo de fondo con moderación de forma –como en los quirófanos– y que el PP es una ideología que no conviene a los que no tienen, mucho suponer, ideologías. A no ser que el PP ya no sea nada. De nada.

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