Opinión

“El Crematorio” o la traicionera muerte

Esta semana, en concreto el día 4 de octubre, se cumplió un mes de la desaparición de nuestro colaborador AFD. Pasado este tiempo, sigue sin haber ningún dato fiable que confirme o desmienta su muerte, y son muchos los cabos sueltos que quedan todavía sin escuadra (perdón, sin atar) en este escabroso asunto. La policía ha pedido la colaboración ciudadana para poder encontrarlo, y ha repartido para ello miles de fotografías con el retrato robot y el nombre de nuestro paisano por todo el territorio nacional.
La idea de que AFD pueda continuar con vida cobra cada vez más fuerza, ya que durante este tiempo han sido numerosas las llamadas recibidas aportando pistas y datos sobre su posible paradero. Un vecino de Santa Pola dijo creer haber visto a Andrés Ferrándiz trabajando de cocinero en un restaurante turco próximo a Playa Lisa. El cocinero, cuyos rasgos físicos coincidían en parte con los del desaparecido, fue retenido por la policía mientras preparaba un kebab de pollo para ser sometido a toda clase de pruebas y preguntas. Tras arrancarle un pelo de la barba para que le fuesen practicadas las pruebas del ADN, y comprobarse que, efectivamente, aquella barba era auténtica y no postiza, el hombre fue puesto en libertad sin cargos festeros (perdón, sin cargos simplemente). El interrogatorio también demostró que el hombre era de nacionalidad turca, y no villenero como se suponía en un principio, y que el retenido no tenía ni idea de lo que eran las pelotas de relleno, la gachamiga o el triguico.

Otra de las hipótesis que cobra cada día más fuerza es la de que AFD pudiera estar en Mojacar, provincia de Almería, dedicándose al cultivo y la recogida de hortalizas, después de haber sido avistado y rescatado en alta mar por un grupo de trescientos marroquíes que viajaban a bordo de una patera.

De todos modos, todas las investigaciones apuntan a que Andrés Ferrándiz Domene podría encontrarse en Ibiza. Su cuerpo, todavía con vida, podría haber sido arrastrado por la corriente hasta las costas de esta hermosa isla del archipiélago Balear. Un grupo de jóvenes afirmó el pasado fin de semana haberlo visto salir de una conocida discoteca a altas horas de la madrugada enrollado en una capa, oliendo una mata de alábega, sorbiendo tragos de Cantueso, dirigiéndose a los balcones, preguntando por alguna churrería abierta, manifestando su intención de empalmar con la Diana… Y es que, uno de los proyectos que AFD siempre había tenido en mente era el de montar un bar en Ibiza inspirado en lo que fuera “El Crematorio”: sin lugar a dudas, uno de los bares que marcaron su juventud. Para quienes no lo recuerden, ya que su existencia fue efímera, se trataba de un bar situado en la calle Empedrá que causó furor (y también pavor) entre un determinado sector de la juventud villenense de principios de los noventa. Se trataba de un bar de tapas al uso, de ambientación y mobiliario rústicos, que había sido reconvertido, de la noche a la mañana, con pocos medios y mucha imaginación, en una especie de pub gótico-siniestro. Unos cuantos artículos del Pelailla, como candelabros, telarañas, calaveras de plástico o murciélagos de goma, habían sido suficientes para cambiarle el rostro al local y conferirle un aspecto terrorífico. Aquella mezcla de estilos y ambientes tan dispares cautivó a Andrés desde el primer momento, ya que, según él mismo escribió en su diario: “nada más abrir la puerta del Crematorio tenías la sensación de que te podías encontrar allí mismo a Frankenstein bebiéndose un penalti, a Drácula pidiendo una ración de sangre frita, al hombre lobo rosigando unas chuletas de cordero, a la niña del exorcista sirviendo cañas o al abuelo de los Monster comiéndose un pepito de ternera”.

Cuando cerraron El Crematorio, Andrés se vio sumido en una profunda depresión, y optó por no probar el queso de cabra durante un tiempo, alegando motivos religiosos, y por dejar de ir a misa los domingos y fiestas de gastar (perdón de guardar). Fue entonces cuando inició una campaña de recogida de firmas para que aquel antro encantador fuera declarado como Bien de Relevancia Local. Tras recoger únicamente seis firmas, todas ellas de gente ebria que no sabía lo que firmaba, y serle denegada la propuesta, Andrés fundó, sin éxito, la Asociación de Amigos del Crematorio. Años más tarde, Andrés también se opuso a que el Matadero Municipal fuese reconvertido en sede y centro de ocio (perdón, de trabajo) de la Policía Local. Para ello, expuso los mismos argumentos que actualmente sigue sosteniendo la Plataforma pro-restauración de la Plaza de Toros. Andrés solicitó por escrito la rehabilitación del Matadero para que en dicho edificio se siguieran llevando a cabo actividades artísticas y culturales como el sacrificio, el despiece, la selección de carnes y el embuchado de ganado. En su proyecto, Andrés proponía vestir a los matarifes y carniceros de goyescas, con delantales de grana y oro, para que saludaran desde los medios al entrar a matar y elaboraran dirigiéndose al tendido sobrasadas por chicuelinas, morcillas de Ubrique, salamis de Ronda, salchichones con quiebro, longanicica de Pascua al sesgo, chistorra a la gaonera, y chorizos de cantimpalo al natural… La propuesta tampoco fue aceptada.

Hay que decir, no obstante, que AFD nunca se posicionó a favor o en contra de la demolición de la Plaza de Toros, ya que, aunque nunca había asistido a una corrida, en aquel edificio histórico había tenido la oportunidad de ver el Circo de Torrebruno: un espectáculo inolvidable que lo conmocionó hasta tal punto que días más tarde le comunicaba a sus padres la noticia de que quería ser bombero torero para poder, entre otras cosas, vengar las traicioneras muertes de Paquirri, Fofó, el Yiyo, la madre de Heidi, Chanquete y Manolete…

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