Editorial

“Verdadero veneno”

Ni siquiera los más vehementes detractores del nuevo trazado del trasvase Júcar-Vinalopó –la Junta Central de Usuarios, encabezada por el villenense Andrés Martínez, y el Partido Popular– se habían atrevido a ir tan lejos a la hora de referirse a la calidad del agua y al estado del río Júcar en su tramo final, precisamente el lugar donde está ubicada la toma de un trasvase que, ahora sí, comienza a ser rechazado de manera mayoritaria y contundente por toda la población.
Ha tenido que ser el Presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Juan José Moragues, el que ha puesto las cosas en su sitio echando por tierra todos los intentos por convencernos de las bondades de este trasvase, ingrata tarea que ha recaído en el Consejero Delegado de Aguas del Júcar, José María Marugán, a quien hace una semana pusimos en evidencia desde EPDV al demostrar la falta de veracidad de sus afirmaciones sobre la calidad del agua del Ebro.

Pero mucho más que la calidad del agua del Ebro –cuya valía ha quedado fuera de toda duda para futuros trasvases, que sin duda los habrá–, lo que a nosotros nos importa es la “calidad” del agua del Júcar, sobre la que cada día nos quedan menos dudas. Ignoramos si, tal y como asegura Marugán cada vez que tiene ocasión, el nuevo trasvase podrá aportar a nuestra deficitaria comarca hasta 80 hectómetros cúbicos de agua por sólo 19 hectómetros el trazado original, pero lo cierto es que, si el agua es tal y como todos los indicios apuntan, como si quiere traernos 8.000, porque no la vamos aceptar.

Tal y como han reconocido los dirigente de la Confederación Hidrográfica, años y años de vertidos incontrolados han convertido el lecho del río a su paso por la Ribera (no queremos imaginar cómo será el agua del Azud de la Marquesa, pues aún ha de soportar más vertidos) en un auténtico vertedero de productos tóxicos –herbicidas y pesticidas, según ha denunciado el Director del Instituto de Geografía de la UA, Antonio Gil Olcina–, hasta el punto de que hay que inyectar oxígeno para mantener con vida a una fauna submarina que, aún así, ha protagonizado repetidos episodios de muertes masivas recientemente.

En tales circunstancias, pensamos que ha llegado el momento de requerir la presencia inmediata en Villena de José María Marugán, exigirle punto por punto explicaciones sobre cada uno de los “puntos negros” de este trasvase y, llegado el probable caso de que sus argumentos no nos convenzan, dar marcha atrás y retirar nuestro apoyo a un trazado que ya no quiere casi nadie.

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