Cartas al Director

48 días después

Tras 48 días todo está igual que cuando lo dejamos, o mejor, más verde, más frondoso, más tranquilo…

48 días después…, apenas me parecen ahora un suspiro en mi cabeza…, cuando he podido volver a salir por mis montañas favoritas. Es curioso como la mente te hace barrer casi de un soplo lo malo, para dar paso a una primavera llena de emociones reencontradas.

El olor del rocío, la tierra que el tractor labra y que la brisa me acerca, el conejo que se cruza en el camino, la perdiz que corretea por el bancal a mi paso, la senda que apenas se vislumbra. Las últimas lluvias han hecho que un manto verde invada ahora, aparte de nosotros, toda la campiña; fluyen fuentes que hacía tiempo no brotaban, calderones en la montaña llenos de vida todavía por explotar, un mochuelo chillando desde la olivera esperando que un ratón o lagartija se cruce en su camino y esos rayos de luz tempraneros que llenan de matices todos los colores de mi entorno… Qué bien, todo sigue igual

…y me doy cuenta de que, al final, no le hacemos falta. La naturaleza, como si de un GPS se tratará, recalcula la ruta ella sola y la vida sigue. Tras 48 días todo está igual que cuando lo dejamos, o mejor, más verde, más frondoso, más tranquilo, así que yo casi de puntillas y con el máximo respeto al entorno, intento encajar entre todo esto mientras practico una de las cosas que más me gusta, que es hacer deporte, pero en solitario.

El confinamiento lo he llevado bastante bien, al fin y al cabo siempre he sido un solitario, de pequeño en el colegio yo era el portero de mi clase, en la mili el cabo y además portero del equipo de balonmano de la Compañía, ahora autónomo, y casi siempre solo.

Me gusta, me encanta salir ahí fuera, reordenar mis ideas y escuchar el silencio, pararme cuando quiero y respirar profundo, observar una telaraña, fotografiar un caracol, recoger cartuchos abandonados, encontrar un pieza de sílex, cortar un poco de tomillo para mi madre o una flor de almendro para mi mujer, para mí eso también es entrenar.

Espero que esta pesadilla surrealista que estamos viviendo se quede en no mucho más y no volvamos a empezar donde lo dejamos, aunque en parte estaré tranquilo pensando en que cuando vuelva todo seguirá igual que cuando lo dejé.

Por: Miguel Flor Hernández




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