Vida de perros

5 Kilos de Leuros

Y qué quieren que les diga, queridas personas, salvo: ¡Felices fiestas y próspero año nuevo! ¡Día 4 que fuera, y lo pasao, pasao! Lo que ocurre en las Vegas se queda en las Vegas y otros vendrán que buenos os harán y no hay bien que por mal no venga o dame pan y dime tonto… Porque tras el anuncio del recorte de cinco millones de euros al presupuesto municipal uno se queda sin palabras (aunque falten 373 para cerrar esta columna, 368). Cinco kilos son cinco quilos, con ka o con cu, y no es lo mismo perderlos en la báscula que restarlos en servicios, y quien diga lo contrario es que nos quiere engañar a las bravas o amagar torpemente el verdadero impacto.
Y eso sí me toca las narices, me refiero a escuchar que una reducción de cinco kilos, del veintinosécuántos por ciento del presupuesto municipal, no va a suponer una merma en los servicios municipales. Que presumiblemente, con un poco de gracia, aquí en Villena ni nos vamos a enterar. Que al restaurante iremos, aunque pidamos cañas y olivas partidas en vez del menú del día. Que no pasa nada. Por cinco kilos, a fin de cuentas, tampoco ha muerto nadie. Total no llegan ni a mil millones de las antiguas pesetas. Que quitando un poco de aquí y un poco de allí, cobrando un poco más de esto y aquello, al final resulta que no es nada. Pero, hablando de todo un poco: ¿Y los chicles? Busquen, busquen ustedes, que no van a encontrar ni un chicle en las aceras. Eso está bien. No hay que andar con tantos miramientos. El viernes pasado hice la prueba: entramos a un bar a tomar unas cervezas y redujimos un veintantos por ciento la inversión, dando sorbos pequeños, escuchando las canciones a medias, y ya ven, aquí seguimos con vida. Que no pasa nada, o ¿acaso no ganamos el mundial de fútbol y tenemos una pirámide que envidian hasta los porteros del Louvre? ¿Que no se pueden colgar cuadros en esas paredes? Pues ponemos paneles, que quien tiene problemas es porque los busca.

Cinco quilos no es nada, que se lo digan al señor Rajoy, él les diría que cinco kilos era el peso del tambor de Colón, el detergente, en su época. Brotes verdes que diría el otro. Nada. Así que no hay motivos de recelo. Salvo los míos, y los de ustedes si quieren, que temblamos imaginando de dónde se recortarán y qué podemos perder. Nada, cinco quilos, de aquí y de allá, como los que pesó el bulto que le sacaron al primo Frasco. Y nada, miren, ahí está Frasquito dando brincos y tomando cañas. Cinco kilos no matan, humillan, castran, hieren, pero no matan. Brinden ustedes estas fiestas con alegría, ya que siguen con vida y pueden ver todos los amaneceres y atardeceres que quieran, y gratis, todavía.

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