El Diván de Juan José Torres

A pagar toca, y a ganar menos

Eso es lo que dice el Banco Central Europeo al gobierno español. Hay que pagar el déficit y para ello los españoles deben ganar menos. Yo me acuerdo de esa frase del Padre Nuestro que rezaba “perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores” y, ahora modificada, “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Pues va a ser que no. Ni España paga sus deudas ni nos las perdonan, como tampoco las ofensas son perdonadas porque nunca perdonamos nada. Poner la otra mejilla ya no se lleva porque nos quedaríamos sin carrillos, y de mofletes vamos sobrados.
Entiendo perfectamente la desconfianza de Bruselas a la hora de dar un euro a nuestro pobre país, porque adónde irá a parar. ¿A las 17 Comunidades Autónomas, que además parecen resentidas unas de otras? ¿Al Gobierno, incapaz de controlarlas? ¿A los Bancos, los más derrochadores de Europa? Pues eso, que no toca más que pedirnos más sacrificios porque la Reforma Laboral, dicen, tuvo que aplicarse antes, en la era Zapatero. Ante los hechos consumados nos van a obligar a cobrar menos, todo sea para generar empleo, otra mentira descomunal que nos cuentan a unos ciudadanos que, acostumbrados a tragar, nos creen tontos.

En Alemania, el país ahora de referencia, ya se creó hace muchos años eso que se llama ahora la contratación a tiempo parcial, que parece la panacea de todos los males. La terminología actual los denomina mini-jobs, y no es otra cosa que contratar a gente del paro para unos trabajos tan temporales que, en muchos casos, son apenas unas horas. A usted le sacan del paro, le contratan y desaparece de las listas del Servef. Ya es un trabajador activo y ya no cobra prestación. ¿Satisfecho? En principio sí, pero cuando le expliquen sus condiciones va a ser que no. Cuatro horas de alta paseando perros a un euro la hora y otras cuatro fregando platos al mismo precio.

Como no podrá hacer frente a la hipoteca, al no tener otros ingresos, porque estará trabajando y dado de alta, le quitarán la vivienda, difícilmente podrá pagar un alquiler, a no ser que todos los miembros de la familia trabajen en las mismas condiciones, incluidos los hijos que vuelven al nido con las suegras, y acabará yéndose a un pueblo ocupa o instalarse bajo un puente, que se está poniendo de moda. Luego dirán las estadísticas que la tasa del paro desciende, como un éxito político, y que las tesis de los ajustes y recortes eran acertadas. Tal es así que los nuevos convenios, públicos, concertados y privados siguen la misma línea.

Calcule pues una considerable bajada de su nómina, sin derecho a réplica y sin defensa jurídica. Todo porque hay que pagar los desfalcos de políticos estúpidos e imputados asquerosos que creían que el país y lo público era suyo, pero igualmente los de los directivos de bancos y cajas, que tenían que estar untados de yemas de huevos durante el resto de sus días. También dicen que van a mantener la prestación de 400 euros a los parados de larga duración, pero endureciendo los controles. Tendrán que apuntarse a cursos de formación y capacitación, olvidando que los desempleados cincuentones ya tienen experiencia superada.

Ahora en los nuevos convenios, contratos y conciertos, públicos o privados, nos van a leer la cartilla, una cartilla de racionamiento más rancia que las que nos contaban de la posguerra. Nos tocará decir que sí a las nuevas ofertas, porque decir no nos dejará con las nalgas absolutamente desprotegidas. Tiempos esperpénticos difícilmente imaginables hace unos meses. Nos espera la mierda y Rajoy, que venía de salvador, con su plaza de registrador en Santa Pola. “Yo hice lo que pude” dirá, mientras notifica propiedades a los ricos.

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