De recuerdos y lunas

A Ramón Tomás

Como en el Carpanta de Biar –envidia tenía– en mi casa ya es perpetua la Navidad. ¡Qué bien! No sé si sabrán los lectores de la peculiar costumbre de la bocatería que decimos. En el Carpanta de Biar decoran con adornos navideños el local de Nochebuena a Nochebuena, dejando estos adornos durante todo el año. Así, va uno ahora en agosto, y en agosto ve guirnaldas y muérdagos, Papás Noel y ciervos, abetos y campanillas, jingle bells... Todo el año es Navidad en el Carpanta, como lo es, lleno, todo el corazón grande de Pepón.

En mi casa es perpetua la Navidad, como en el Carpanta, porque Ramón Tomás me regaló una tarjeta dedicada –"A MARCO MATEO y familia mi abrazo navideño. PAZ Y BIEN. Ramón Tomás."– que tengo expuesta en una estantería desde entonces. El entonces es cuando presentaron en el pub Quo Vadis el libro "Día cuatro que me fuera" de mi añorado Andrés Ferrándiz Domene, el Andrés Ferrándiz Domene que ni es Andrés ni Ferrándiz ni Domene. Esto es, la tengo expuesta desde el veintiuno de diciembre de dos mil seis. Y ahí sigue.

A pesar de que aprietan los calores y la gente se apiña por las playas, en mi casa es Navidad. Y así será todo el año gracias a Ramón Tomás que me regaló una tarjeta preciosa que también sirve de guía de lectura. En ella se representa un belén, más Sagrada Familia que belén, delante del pozo del claustro del Santuario de Las Virtudes. Está hecha en tres dimensiones como formando un teatrito. Al fondo queda el ángulo del campanario de la Iglesia. Así, gracias a ella, tengo toda la Navidad y un cacho muy importante para mí de mi Villena.

Cuando escribo desde el agradecimiento estas palabras, ya demasiado tiempo pendientes y debidas, su tardanza me exige acordarme del dolor último de Ramón y su familia. Familia que el destino ha querido traerme cerca en sus momentos difíciles. Marta estuvo trabajando en el Instituto de Bigastro y nos trajo, al tiempo que su buen hacer docente –"de casta le viene al galgo"– y paciente, las penas sufridas. Familia a la que aprecio porque Petronila frecuentó nuestra casa en los trajines y desvelos compartidos con mi madre alrededor de la Archicofradía de María Auxiliadora. Loterías, urnas itinerantes, procesiones, etc... Ahora llama la memoria y me entretiene en estas cosas. Y me veo de pequeño sin entender bien la palabreja "Archicofradía". Y cuando la entendí no la creía porque me parecía entonces un nombre muy rimbombante para tanto trabajo humilde y desinteresado como el que hacía Petronila. Me parecía un nombre excesivo para lo sencillo que luego era todo. Porque todo, sin cesar, era más sencillo. Tierno y sencillo.

Para Ramón Tomás yo sólo quería en este escrito pendiente darle las gracias por llenar mi casa de Navidad para siempre, como en el Carpanta. Pero la muerte que ha segado bruta en su casa me ha obligado otro discurso, porque yo sólo quería agradecer a Ramón la gentileza al regalarme esa postal suya tan bonita que tanto bueno me trae. He sentido mucho sus pérdidas y si sirvieran las palabras para calmar las lágrimas yo escribiría sin parar. Por si acaso digo luz. Y esperanza. Amor. Estrella. Arcoíris y lluvia. Romero, mar y horizonte. Azul y cal. Digo estas palabras que me gustan y no digo hoy otoño que también me gusta. Porque me da miedo decirlo. Pero digo, otra vez, gracias. Mil gracias, Ramón, por dejar que la Navidad sea, por siempre ya, en mi casa. Como en el Carpanta burguer de Pepón.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba