De recuerdos y lunas

Liviana Libia libada

Aunque manido el dicho, en la guerra, la primera víctima, la verdad. Como siempre la verdad. La verdad con el reguero de víctimas de sangre que la ocultan. Que la ahogan. Verdad muerta. Verdad herida. Verdad mutilada. Verdad con muletas de madera y almohadillas acolchadas con panilla de azul cemento. Verdad sin brazos. Verdad sin piernas. Muñón de la verdad. Verdad desesperada, acobardada. Verdad despeinada con pelos de manicomio. Verdad enterrada. Verdad manipulada que no es verdad. Verdad del Ministerio de la Verdad que tampoco es verdad. "1984". George Orwell.

En nuestra memoria aún flota un cormorán, derrotado el vuelo, embadurnado en petróleo. Zambullido en mares imposibles. Mentira entre las mentiras en el Golfo Pérsico. Mentira de las mentiras. Mentiras en los Balcanes, en América del Sur, en Centroamérica. Mentiras en el norte de África y en toda África. Mentiras viejas de Vietnam. Mentiras hijas de la guerra y para la guerra. Mentiras nietas de mentiras. Mentiras descendientes. Mentiras... A saber. Porque todo es duda. Y no sabemos nada. Caín mató a Abel pero... ¿Y si...? "Balada de Caín". Manuel Vicent.

La primera noticia que escuchamos el domingo por la mañana fue perplejidad. Con sed no apagada de un sábado calurosísimo nos levantamos temprano. Otro fin de semana más mandaría la agenda de nuestras hijas que es nuestra agenda. Tocaba carrera en Orihuela, en Orihuela-Costa. En casa apartados de casa. De la huerta muerta al litoral enladrillado. ¿Quién lo desenladrillará?... Suerte que aún nos vence la luz en el Mediterráneo y, luz azul, el día pintaba veraniego. Sin la opresión calurosa de la jornada anterior, pero veraniego. En el mar, calmo, habría gente bañándose. Y dirán que el agua aún está fría. El baño será a mediodía. Sí. Esto fue luego porque temprano, en la cocina, la radio. Y en la radio, la noticia. Y en la noticia, la perplejidad que decíamos: El danés Anders Fogh Rasmussen, Secretario General de la OTAN, declaraba para el magazín de Der Spiegel que "no hay solución militar posible para el conflicto de Libia" (...), "queremos –continuaba el gerifalte– una solución política y trabajar con el pueblo libio en este sentido". Percibido lo dicho, subimos el volumen del aparato porque aún no sabemos si hemos escuchado bien por el trajín de vasos y cubiertos del desayuno. Pero... Si es verdad que no hay solución militar posible... Y lo dice Rasmussen... Lo dice el Secretario General de la OTAN... ¿Entonces?... ¿Nuestra misión en Libia?... ¿La misión bautizada como Protector Unificado?... Escuchamos bien.

Los titulares efectivamente eran estos, mas avanzando el día, cuando leyendo los periódicos profundicemos en la entrevista, quedarán claras nuevamente las justificaciones que nos dijeron sobre la intervención militar –guerra– contra Gadafi, con el visto bueno de Naciones Unidas. Contra Gadafi, monstruo hoy, simpático y peculiar líder –el de la jaima en El Pardo y llave de oro de la capital de las Españas– ayer. Porque ayer y anteayer era el espléndido regalador de caballos: Nahar el Khaied (El rayo del líder). Ayer y anteayer, gracioso comprador de nuestras armas que matan como todas la armas, "el hombre que devolvió la dignidad a su pueblo" que le dijo Rodríguez Zapatero. Hoy tirano. Bastante de esto nos recordaba nuestro apreciado Juan José Torres en su firme alegato –"yo detesto las guerras", "yo denuncio la HIPOCRESÍA"– que firmó bajo el título "Libia: intervención militar y mentiras inconfesables". Esta Libia, diván del desencanto, amigo Juanjo, donde lloramos penas. Unos, nacidos para matar, manchadas las manos de sangre. Otros, nacidos para llorar.

Los nuestros son éstos. Por eso lloramos. Dolor entre dunas donde la humanidad se entierra.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba