Vida de perros

A rebufo (y de negritas)

Una vez más, segunda semana consecutiva, vengo a rebufo de nuestro incontestable Aureliano: en algo ha de plasmarse que generacionalmente, de la mía digo, es el decano de la opinión sobre nuestro desarrollo municipal. No es casualidad entonces que llegue el primero donde otros llegamos después. Y que respecto a sus teorías, otros juntaletras tengamos opiniones distintas que contrapongan o maticen sus ideas o conjeturas (¡Oh, sí, queridas personas, pese a lo acostumbrado sabemos que ocurre: que el periodismo no consista solo en lamer altos culos o en darse a uno mismo siempre la razón, tipo: “ya te lo dije”!).
Hablaba la pasada semana Buendía de la incorporación de Izquierda Unida al tablero político municipal ofreciéndonos en breves trazos la historia cercana de dicha formación. Comentaba el “pequeño batacazo” tras la coalición formada por IU con el PSOE de Vicenta Tortosa y Los Verdes, dando a entender –su entender, faltaba más– que estos últimos sí supieron capitalizar su gestión en el tripartito, pese al resultado de mayoría absoluta en 2007 del Partido Popular de Celia Lledó. Un año complejo, el 2007, donde en la sólida línea por donde circulaba nuestro país apareció una bisagra que cambió nuestro rumbo 89º, llevándonos casi a una caída al vacío. El suelo donde pisábamos estaba podrido y la desconfianza generada por Zapatero era palpable.

También eran palpables en Villena, creo, las dificultades de IU para lograr el consenso con sus socios de gobierno, hasta el punto de que respecto a ellos este grupo de izquierdas podía parecer de cara a la ciudadanía como un elemento subversivo y radical, de discordia al menos. Además, de cara a las elecciones de 2007, la izquierda de Villena a mi entender proyectaba una imagen de formación descabezada, desconcertada, desilusionada, resultado presumiblemente de sus pretensiones y frustraciones en el citado tripartito. Su ausencia, no obstante, en los comicios de 2011, sumada al castigo por la “fiesta privada” del PSOE local, fueron determinantes para el vertiginoso incremento de votos del grupo Verde. Dudo que el suave castigo impuesto a la señora Lledó tenga tanto que ver por la incorporación de VCD a la política, como el miedo fundado –y ahora sufrido– de su huída hacia delante en materia económica: inversión en infraestructuras millonarias.

Falló Izquierda Unida al no presentarse a unos comicios donde VCD nunca debió acceder al gobierno. Falló a un electorado necesitado de una opción clara y certera, quizás perpetuamente minoritaria, pero no por ello menos necesaria. De modo que es un motivo de alegría su incorporación a la lucha política –créanme: es mejor hablar de lucha que de juego político–. Porque se requiere mucho esfuerzo y dedicación, y un sin fin de habilidades y conocimientos, y sobre todo entereza, integridad y amor. Y ante todo se necesitan ideas claras capaces de aunar pasado, presente y futuro.

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