Abdicación, referéndum y PSOE
Cuando el Frente Cívico presenta ahora mociones a los ayuntamientos, para que se debata primero y se vote después sobre la posibilidad de una consulta popular a través de un Referéndum, no lo hace de forma frívola y gratuita. Tampoco las movilizaciones de la izquierda en la misma dirección, una vez el Rey Juan Carlos ha oficializado su renuncia en favor de la sucesión de su hijo, el futuro Felipe VI. Unos y otros son conscientes que para cambiar el modelo de Estado y su propia Jefatura habría que cambiar los artículos de la Constitución referentes a la Sucesión monarcal y luego se necesitaría el refrendo de los dos tercios del Parlamento y los dos tercios del Senado. Explicado esto a nadie se le escapa que con la relación actual de fuerzas es imposible modificar la Carta Magna y aprobar una consulta.
¿Por qué esa presión de la izquierda entonces, en la calle, en los ayuntamientos, en los parlamentos? ¿Nos han entrado las prisas a muchos para exigir lo imposible? No. El deseo siempre ha existido pero la abdicación del morador de La Zarzuela ha supuesto un acontecimiento inesperado e histórico. ¿Cambia esto las cosas? En principio no, pero podrían cambiarse; de ahí la celeridad en resolver la sucesión y coronar al nuevo rey en breves semanas. ¿En qué posición queda el PSOE en este rompecabezas? La respuesta es sencilla: es la pieza clave en este momento.
Lean si no la cronología de los hechos: el Rey comunica en enero a Rajoy y Rubalcaba (¡viva la transparencia! pues sólo informó a ellos) de que piensa abdicar, probablemente en otoño, como muy tarde a finales de año. El 25 de mayo se celebran las elecciones al Parlamento Europeo y al día siguiente el Secretario General de los socialistas anuncia su dimisión por los malos resultados y reabre un proceso con calendario para elegir a un nuevo Secretario o Secretaria General. La lealtad de Rubalcaba a las altas instituciones es para todo el mundo conocida, pero quien le sustituya, ¿cuestionará la Monarquía, preferirá una República?
Las vacas sagradas del PSOE, los denominados barones, no se cuestionan esta posibilidad. Pero Eduardo Madina, uno de los que suenan para la dirección, ya se ha declarado federalista y republicano, siendo ya proscrito por ello desde la actual ejecutiva. Probablemente el resto del ramillete candidato, Susana Díaz o Pedro Sánchez, sigan la línea oficialista y no traspasen la línea roja. Carmen Chacón renuncia a la Secretaría pero no a su carrera hacia la Moncloa, José Antonio Pérez Tapias, quien lidera Izquierda Socialista como corriente interna del PSOE, es el único que a fecha de hoy ha presentado su candidatura. Algunos dirigentes autonómicos, como el valenciano Ximo Puig, apoyan el Referéndum
Los mismos pareceres procesan el madrileño Tomás Gómez, el catalán Pere Navarro o el vasco Patxi López. Demasiados cabos sin atar y muchas dudas en el horizonte. Pero al margen de esta división en la cúpula dirigente, ¿qué piensan las bases, los miles de militantes socialistas que todavía no se han pronunciado al respecto y me temo que ni siquiera les van a consultar? Al fin y al cabo son estos militantes y millones de votantes los que tienen mucho que decir en este asunto, los que no están de acuerdo en la Reforma Laboral que inició Zapatero y que le costó una huelga general, los que no aceptan una Amnistía Fiscal en connivencia con el PP, los que no toleran las puertas giratorias que con tanto ahínco defienden el propio Rubalcaba o Felipe González, los que están hartos del discurso contradictorio, conservador o radical, dependiendo si están en el Gobierno o en la oposición.
¿Entienden ahora por qué tanto apremio para la Sucesión y Coronación de Felipe VI? ¿Entienden ahora por qué esa otra izquierda está presionando, más que al gobierno actual, al mismo PSOE? No es más que un órdago, teniendo en consideración que está dividido. Que se defina, que se moje, que se retrate. Elijan lo que elijan, se inclinen hacia un lado o el otro, el debate está servido. El debate, la polémica y el cisma. España necesita un PSOE con un único lenguaje y no que se esconda y aflore como los ojos del Guadiana. Ese es el reto.
Y esa otra controversia respecto a que la Monarquía no se toca o esas comparaciones odiosas de una nueva e hipotética República con la anterior de 1936, tendenciosas y maquiavélicas, están hoy fuera de lugar. Sería como comparar a Felipe VI con Felipe V. Pues si la Transición se produjo en un marco histórico excepcional, aceptando todo el mundo la Corona impuesta, porque fue proclamado el Rey antes que la Constitución, hoy puede cuestionarse. Como casi todo en la vida.