Desde que toma posesión del cargo un nuevo equipo de gobierno, ya se ponga éste a los mandos del gobierno de una nación, comunidad autónoma o ayuntamiento, son muy corrientes las especulaciones sobre si su acción de gobierno va a ir en un sentido, en otro o en el de más allá.
En teoría, bastaría con fijarse en el programa electoral ganador para hacerse una idea de hacia dónde van a ir los tiros, pero desgraciadamente parece ser que en la mayoría de los casos los programas están para no cumplirse y aquello del donde dije digo, digo Diego abunda entre la cada día más mediocre clase política española. En el caso de nuestra ciudad, además, resulta que no sabemos qué programa electoral es el que se supone que va a aplicar la coalición de gobierno, ya que por mucho que se remitan al pacto presentado el pasado 10 de junio, éste no contempla más que algunas vaguedades genéricas que poco o nada aportan respecto a las ideas y proyectos que quieren impulsar quienes nos gobiernan.
No obstante, y más allá de los programas, hay una herramienta que no falla: los presupuestos, verdadera guía para conocer qué áreas de trabajo serán prioritarias para nuestros gobernantes y qué departamentos quedarán relegados de la primera línea de la acción de gobierno. Y en estos momentos, la coalición de gobierno trabaja intensamente para dotar a Villena, por primera vez en tres años, de unos presupuestos municipales adaptados a nuestra realidad actual. Aún es pronto para saber hacia dónde nos llevarán esos presupuestos, pero sí podemos aventurar que, a causa de la grave crisis económica que vivimos, serán los más austeros y restrictivos que ha visto nuestra ciudad en años. Abróchense pues los cinturones, amigos, porque nos espera un año de aúpa.
