Vida de perros

Agenda al completo

Resurgiendo de la apatía gracias a fondos estatales (los partidos de la Selección) y a las aportaciones regionales/provinciales (la programación de la Sede Universitaria), Villena se descubrió la pasada semana casi como un enclave de veraneo –y disculpen, queridas personas, la exageración–. De modo que salvando el lunes porque era lunes y el martes porque era martes, de miércoles a domingo nuestra ciudad efervesció como lo hace un hormiguero con las primeras gotas de lluvia de una tormenta veraniega.
Comenzamos con la victoria que el miércoles firmó nuestra Roja frente a la gloriosa selección alemana. Noventa minutos que, además de llevar a nuestra Selección más allá de donde nunca había llegado, algún día serán parte del material de trabajo en las universidades, servirán de ejemplo en carreras como Ciencias del Deporte. El fútbol alemán, al contrario que sus dirigentes, demostró porqué está a la altura de sus títulos. Alemania fue una gran competidora, al igual que España. Ambos crearon el polo positivo y dieron pie a que los Países Bajos sustantivaran su epíteto –je, je, je, lo tenía que escribir–, que expusieran su bajeza, que crearan el polo negativo. La popularmente conocida como Holanda, al modo de Madoff y del resto de especuladores (bancos, sociedades de inversión, etc.) apostó por el triunfo a toda costa, por la victoria sin complejos, sin ética: vencer pese al dolor que se infrinja a la otra persona. Y como en los cuentos de hadas, su estrategia fracasó. El juego limpio, la humildad y la constancia triunfaron. La violencia, el engaño, la protesta indiscriminada y la ira ciega fracasaron.

Entre ambos partidos leí quejas sobre el volumen del concierto que Pedro Guerra realizó el jueves. Un problema que, tras consultar al equipo técnico municipal y al Concejal de Cultura, respondía a la previsión personal realizada tanto por los técnicos del músico como por la Sede Universitaria de Villena. Problemas que no se repitieron en la actuación de En Clau de Jazz Big Band, donde colaboró nuestro Club de Jazz de las Mil Pesetas. Aunque, curiosamente, para la realización de ambos conciertos se varió la dirección del escenario respecto a la semana anterior. Unos cambios de ubicación que imagino buscan la mejor disposición para la realización de conciertos en el polémico Luciano Arena. Un espacio al que se le buscan y rebuscan posibilidades, como la de acoger el espectáculo que el viernes por la tarde ofreció Manic Freak. Espectáculo para todos lo públicos que se realizó en el espacio desarbolado –más desarbolado– que lleva desde la estatua de Chapí a la fachada del teatro. Allí, pese al calor soporífero que emana del suelo del paseo y los rayos todavía caliente que se cuelan entre las ramas peladas de nuestros árboles, el artista nos entretuvo con un variado repertorio de acrobacias dignas de todo un profesional circense.

En Clau de Jazz fue una sorpresa para el público de Villena. Fue como ver resurgir aquellas noches musicales de hace años. Nada menos que una Big Band sonando con fuerza en plena calle. Una actuación coordinada por la Universidad de Verano, la Concejalía de Cultura y el Club de Jazz de las Mil pesetas, que salió redonda –y no me hagan decir que en gran parte se debe a que Villena tuvo voz en la organización de esta actividad de la UA–. El caso es que tanto la Big Band, como la reubicación del escenario, como el equipo de sonido y los técnicos, como el servicio de barra, procuraron una velada agradable y divertida.

Alguna más he oído que promete este Luciano Arena. Les diré que incluso he oído rumores acerca de la posible actuación de uno de los músicos más reconocidos de nuestra ciudad, una de las pocas bandas que han recorrido de punta a punta nuestro país y que pese a todas las circunstancias desfavorables que puedan ustedes imaginar continúan en marcha no sólo por su talento sino porque todavía hay muchas personas a lo largo y ancho que no están dispuestas a que desaparezca. Es sólo un rumor, así que ni siquiera les diré de quién les hablo aunque comparta siglas con un conocido whisky y el nombre de su banda recuerde a una de esas, todavía ilegales, drogas blandas.

Al final va a resultar que el Luciano Arena, sea por terquedad o no, va a procurar al fin a Villena de ese espacio de actividad que añoramos tanto como necesitamos. Quizás no sea el mejor escenario, quizás responda a intereses paralelos, pero cumple culturalmente con los mínimos exigibles. Prefiero sucumbir entregado a estos caramelos culturales a entregar la calle al tráfico. Y espero, deseo y exijo, que me contenten (y me callen) del mismo modo si al fin se construye ese monumento a la matanza de animales por la que tanto he despotricado.

A modo de post data. El diseño de la, todavía, Plaza del País Valenciano resulta encantador. Lástima que la plaza no esté ubicada en las inmediaciones de un centro de mayores, un juzgado o cualquier otro espacio donde pueda cumplir su finalidad: adornar. Por lo que respecta a su emplazamiento actual tengo que denunciar tanto la actitud incivilizada de quienes cubren la zona infantil de colillas, latas de cerveza y de vidrios al amparo del muro de separación, como la falta de acierto del equipo de diseño al no contemplar a la población destinataria: ha bastado una semana para que la gravilla roja y blanca cubra los pasillos, para que el césped presente calvicies, para que los blancos bancos de diseño se ennegrezcan y para que los columpios se calienten de tal modo que niñas y niños no puedan utilizarlos entre las doce y las seis de la tarde.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba