Alguna reflexión sobre los Presupuestos Participativos
Pues ya tenemos los resultados de las votaciones sobre las actividades e inversiones presentadas en los presupuestos participativos. Un éxito de experiencia, en palabras de la concejal Mercedes Menor, ya que el porcentaje de participación ha duplicado el de otras ciudades que se habían tomado de modelo para Villena. Total poco más de un tres por ciento del censo, poco más de novecientas personas, acudieron a votar en alguna de las mesas fijas o en otras móviles que se llevaron a puntos de afluencia como el mercado de los jueves. Una cifra que pese a su exigua apariencia da para alcanzar un puesto de concejal en nuestra ciudad, lo que tiene su importancia si se considera seriamente.
Me gustaría poner de relieve antes de seguir que se trata de una primera experiencia, por lo que el hecho de haber logrado esta primera fase ya puede considerarse un éxito llegar a su conclusión: realizar las actividades e inversiones seleccionadas, debería considerarse un exitazo. Pero como en cualquier otro proyecto aquí también nos encontramos con luces y sombras. Leí en la red social de un concejal de la oposición que temía la politización de esta iniciativa, escribía que por supuesto no era patrimonio Verde, que en otras poblaciones también se habían llevado a cabo estos presupuestos desde distintos signos políticos. Cierto, confío. Pero no terminé de entender bien si con estos comentarios buscaba restar méritos al equipo de gobierno o si pretendía alentar así a sus votantes a la participación, lo que hubiera sido deseable puesto que a fin de cuentas los resultados afectan favorablemente a toda la población (no como en las elecciones municipales, donde afectan pero no se sabe si positiva o negativamente).
Por otro lado, queridas personas, echando un vistazo a las propuestas seleccionadas para su votación, diría que pese a superar los criterios de preselección todavía nos encontramos con algunas que entran en conflicto con la realidad de nuestra ciudad: las que afectan a unas concejalías como Juventud y Cultura, por ejemplo, que pese a dotarse de un presupuesto no consideran la disponibilidad de espacios, horarios o personal para llevarse a cabo (cuestiones que podrían solucionarse, claro, aumentando notablemente la partida presupuestada, lo que nos llevaría a reconsiderar la idoneidad de la propuesta). Es de suponer que el trabajo de nuestras concejalías está planificado anualmente, por lo que imponer una actividad extraordinaria dentro del calendario es algo osado, máxime contando con tan cortos plazos, puesto que podría suponer cancelar otras actividades con tal de llevar a cabo las seleccionadas.
Existen otras actividades o inversiones cuya responsabilidad ya pertenece al ayuntamiento, como apuntaba la concejala, y que al haber sido seleccionadas recibirán un incremento en su partida presupuestaria, lo que no deja de ser positivo, aunque debería tenerse en cuenta en adelante, no solo para dar muestra de un conocimiento por parte de la población de las responsabilidades del consistorio, sino también para que tales propuestas no ocupen puestos en las listas de selección, o que lo ocupen si se plantean de un modo específico, que complemente el trabajo que ya se está realizando.
En cualquier caso son detalles a considerar o no en unos futuros y deseables presupuestos participativos. Porque no me cabe la menor duda de que si los presentes llegan a buen término, el interés general tanto por presentar propuestas el próximo año, como por acudir a las mesas a valorar y a votar las actividades e inversiones que más nos interesen, con las que mostremos más sensibilidad, va a ser espectacular. Porque verdaderamente este proceso no tiene color político y es una oportunidad para poner de relieve los intereses de toda la ciudad.