Animales en el Medievo
Y llegó el momento, la polémica, que tarde o temprano tenía que llegar. Una polémica anunciada desde la pasada Fiesta del Medievo que se precipita ahora porque las fechas ya son acuciantes para poder comenzar con los preparativos. Pero ese litigio respecto a la participación de animales en la fiesta ya tomó cuerpo con las protestas por parte de grupos animalistas sobre el bienestar de las aves rapaces y los animales de granja exhibidos en las calles del Rabal en la pasada edición. Unas quejas que fueron aparentemente resueltas con la presentación de documentación y explicaciones públicas por parte de las empresas señaladas, pero que no obtuvieron más que intenciones de debate y consenso por parte del ayuntamiento.
Llegó el momento, porque para comenzar el proceso de preparación resulta necesaria una respuesta por parte del Equipo de Gobierno; y parece que después de seis meses el Equipo de Gobierno no trae los deberes hechos: curiosamente deberes referidos a labores de participación, de debate, de consenso. Ahora se apela a la legalidad y a la ética, al buen entendimiento y a la buena disposición. Legalidad, me gustaría recordar, como la que permite celebrar eventos taurinos. Una legalidad que no nos impide manifestar con total rotundidad nuestro desacuerdo con el trato que reciben estos animales desde el comienzo de su viaje hasta su cruel final. Ética la de cada cual, que sin ser contrastada y debatida no nos lleva a ninguna solución. Y escaso entendimiento, más bien una búsqueda de alternativas consideradas de prisa y corriendo, en esa urgencia que no deja más remedio que entenderse.
Con todo me parece un poco desorbitado el pronunciamiento de la Asociación de El Rabal. Palabras que suenan como un ultimátum, una amenaza no comparable con aquella fundamentada en el vacío y en el chantaje emocional que nos regaló aquella peña taurina. Es evidente a estas alturas para toda la ciudad la generosidad de la gente de este barrio en las labores de organización, realización, aportación de recursos materiales y humanos, asistencia logística, etcétera. Pero también debe ser evidente, cada vez más, el sentido interior que alberga la realización de la Fiesta Medieval; un sentido de intervención en el ámbito social y cultural del barrio. Si la Asociación cumple con la amenaza de no participar oficialmente en la organización de la Fiesta Medieval equivaldrá a perder la próxima edición de tal evento. Significará también para la Asociación desentenderse del laborioso progreso para conseguir sus intereses últimos, aunque tal camino no dependa únicamente de la realización de esta actividad. En cualquier caso, los términos en que se ha expresado esta Asociación me parecen inadecuados, puesto que ha puesto de relieve la cuestión de la participación de animales en la fiesta, mientras que bajo mi entendimiento la problemática subyacente reside en su relación con el Ayuntamiento. Es decir, que entiendo que gran parte del malestar pueda deberse a que la pasividad de nuestro Ayuntamiento ha llevado el asunto a un punto en el que se han de manifestar posturas claras y donde no queda tiempo para el debate y la negociación.
No se trata de una actividad realizada por una empresa privada ni pública, sino por un barrio que con dedicación e ilusión suple la profesionalidad requerida. Sus éxitos anteriores y su carácter voluntario son los que le otorgan fuerza y los que le permiten definir su rumbo. Por ese mismo motivo no creo que la cuestión en pugna se pueda resolver mediante un referéndum, como apuntaba alguien, que es algo así como la imposición de la mayoría y que resulta un arma peligrosa que puede robar la identidad a una iniciativa; creo más bien que son la exposición de ideas, el debate y por fin el consenso, los que pueden llevar a buen término la resolución del conflicto. Y puede que así, igual que un día dejaron de pasear por las calles de nuestro casco histórico aquellas ocas atemorizadas entre las piernas de miles de personas, se puedan llegar a acuerdos sobre otros aspectos animalistas. No desde luego mediante la fuerza y la intransigencia. Creo que es una obligación por parte de toda Villena contribuir a que esta fiesta crezca en todos sus aspectos, paso a paso, año a año. Y mientras esta fiesta crece, crecen los valores de nuestra sociedad.