El Diván de Juan José Torres

Apertura de instalaciones deportivas escolares

El Gabinete de Desarrollo Económico de nuestro ayuntamiento elevó a la Junta de Gobierno un programa de empleo para la contratación de seis personas, a tiempo parcial, que permitirán la apertura de las instalaciones deportivas de los centros escolares públicos hora y media desde lunes a viernes y hasta la finalización del curso escolar. El programa está financiado por la Generalitat con una subvención de once mil ochocientos euros y, como era de recibo, fue bienvenida la propuesta y aprobada, pues siempre es saludable mejorar las prestaciones en los servicios públicos.
El motivo de que me decidiera a escribir este artículo radica en que comprobé por casualidad, y en las redes sociales, que un conocido personaje de esta ciudad comentó que “es una vieja reivindicación. En mi época como portavoz de las Asociaciones de Madres y Padres no había forma de que entraran en razón para abrir los patios en horas no lectivas. No hubo manera de llegar a ningún acuerdo de forma razonada. La cosa era pintoresca porque algo público parecía que era propiedad de “algunos funcionarios”. Ya es hora de empezar a usar eficientemente lo público”.

Y como soy persona de memoria y de justicia deseo recordar en esta columna que en la legislatura de 2003-2007, gobernando el PSOE junto a Los Verdes-IU, y llevando la concejalía de Educación el grupo municipal de IU, se abrieron las puertas de los colegios públicos una vez concluidas las actividades docentes. Fue precisamente la presión de la Agrupación Local de APAS (Alapas) lo que generó el debate en el equipo de gobierno y el posterior compromiso de ponerse manos a la obra. Y no resultó fácil, entre otras cosas porque no existía en aquella época ningún programa oficial de la Generalitat que subvencionara las actividades y todo corría a cargo de las arcas municipales.

El debate comenzaba en la titularidad de los centros escolares públicos, pues si bien son de propiedad municipal y al ayuntamiento corresponde su conservación y limpieza (no así la obra de las instalaciones, aunque muchas veces el Consistorio ha asumido mejoras que incumbían a la Consellería), la gestión pedagógica compite a la administración autonómica. Por ese motivo se entiende que las instalaciones son del ayuntamiento, y por tanto su uso, pero la responsabilidad y autorización es de la citada Consellería.

Esto originó un acalorado y desagradable pulso, con periódicas e interminables reuniones, entre la concejalía, que defendía la apertura en horas no lectivas, y los directores de los centros apoyados por el inspector de educación, el señor López Duro –que hacía honor a su segundo apellido–, que defendían la tesis de que los colegios eran propiedad de la administración educativa. Así las cosas y como la concejalía estaba dispuesta a apostar por unos programas extraescolares, tuvo que rendirse a unas exigencias y condiciones que postulaba el señor inspector.

Se creó una partida presupuestaria; se compuso una comisión de evaluación con representantes de las APAS; se seleccionó, a través de curriculum y entrevistas personales, a los animadores socioculturales y monitores de ocio y tiempo libre para el desarrollo de las actividades; se contactó con una empresa para regularizar las contrataciones y se estableció también un convenio con una empresa de seguridad que aportaba vigilantes jurados para esas horas extraescolares.

De modo que durante varios cursos escolares los colegios, una vez terminadas las clases y de lunes a viernes, se abrían unas horas para que unos monitores realizaran actividades al aire libre, talleres de dibujo, teatro o manualidades en sus interiores y bajo la supervisión de unos vigilantes que velaban porque nada ni nadie se desmadrase. Esto fue así hasta que se acabó la partida económica, porque nada es eterno. Y se llevó a cabo a pesar de los recelos de algunas direcciones de centros, que en vez de acoger con entusiasmo ideas innovadoras y también educativas pusieron frenos e inconvenientes.

Y de esta historia somos muchos los testigos y hasta el bueno de Héctor Vidal, que era persona de confianza de la concejalía de Educación y trabajó tanto como los demás. Escrita la columna para recordar lo que una vez sucedió en esta ciudad, felicito a la concejalía de Desarrollo Económico por la puesta en marcha, otra vez, de iniciativas como éstas. Y ojala alguna vez puedan emplearse las actividades extraescolares programadas para siempre y con la dignidad que se merecen.

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