Vida de perros

Ave caramelizada sobre lecho de espuma

De guarnición pimientos de Padrón y verduras de la Vega Baja salpimentadas. Pescado fresco de Mercalicante espolvoreado con fino polvo de Rabasa. Flameado de naranjas con pétalos de rosa roja, para el postre. Y caldos de alta graduación de punta a rabo del evento.
Ése, como cualquier otro, podría haber sido el menú elegido para la cena celebrada el pasado sábado en nuestro Pabellón Cubierto. Una combinación de platos preparada al gusto de todos los paladares previstos, pero también atenta a las sutiles diferencias y delicadezas de cada estómago. Un complejo maridaje que pareció contentar en general y conducir a conclusiones tan obvias como inesperadas.

Para las queridas personas que ya se me hayan despistado, porque en Villena esta cena se ha conocido en general a toro pasado (pese a pretender ser un evento de apoyo a la alcaldesa, donde se supone que cualquier persona suma). Para quienes os hayáis despistado diré que el pasado sábado se anularon todos los eventos deportivos (dependientes de la federación o no) que se celebraban en el Pabellón. El motivo fue el montaje de una cena de apoyo a nuestra alcaldesa a la que acudirían más de mil quinientas personas afiliadas o simpatizantes al Partido Popular de Villena (todas de nuestra localidad, según la versión de la alcaldesa de Orihuela Mónica Lorente). Se trataría de una cena, según entiendo yo, donde la masa manifestaría explícitamente su apoyo a las decisiones tomadas por la señora Lledó (y resto de su equipo), a su actitud, a sus formas y a sus acciones futuras.

Empezando por el final voy a relatar una curiosidad que creo que pone en evidencia la celebración del sábado. Una de las posdatas del evento la escuché dos días después. La dio uno de los comensales cuando intervino en el programa Herrera en la Onda, de Onda Cero. Allí, aprovechando que la sección de llamadas trataba sobre la pasada ciclogénesis explosiva, comentó que durante la cena del PP en Villena a la que acudieron más de dos mil personas, las ráfagas de viento se intensificaban cada vez que se nombraba a Zapatero. Aseguró que incluso hubo apagones cada vez que alguien nombraba al presidente. Afortunadamente Herrera, por encima de lo esperado, cerró la llamada lamentando que hasta de las inclemencias atmosféricas se aprovechen algunas personas para echar culpas al gobierno. No supuso Carlos que quizás aquella disposición pudiera ser fruto de las llamas avivadas durante aquella dichosa e inocente cena entre simpatizantes de un partido político. Afortunadamente Herrera demostró, no como cuando da vida y babea con Barbeito y Ussía, que no hay que “dar de comer al Troll”, que no hay que dar juego a la tontería fuera del horario humorístico, porque tal actitud significaría posicionarse en un radicalismo ciego y bobo que desprestigia a cualquier periodista (aunque trabaje para Intereconomía).

Pero poco sabía Herrera de la cena en cuestión y poco sabemos también las ciudadanas y los ciudadanos de Villena (no sé cuánto sabrían Camps y su equipo al respecto). De lo poco que sabemos constan las presencias del Presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll y la de Mónica Lorente. De ambas presencias contamos el lunes a través de una emisora local con un resumen de sus intervenciones. La de la alcaldesa oriolana tuvo justificación por haber vivido una situación de desgobierno similar a la de la señora Lledó. Así Lorente demostró que se puede gobernar en minoría, pese a la mayoría, y que se puede salir de cualquier agujero aunque la ciudad, Orihuela, continúe apestando como hace quince años por culpa de un río donde no se realizan vertidos, por ejemplo, donde las familias de sus ilustres andan en continuas pugnas con el ayuntamiento, por ejemplo, donde se da el ejemplo a la capital de cómo alguien puede tomar el mando de un ayuntamiento para que su antecesor pueda centrarse en la resolución de todas las causas pendientes con la justicia.

Más interesante fue lo que nos llegó del discurso del Presidente, el que dio nombre periodístico al grupo de nuestra alcaldesa. El señor Ripoll no se anduvo por las ramas. En una línea coloreada por el odio, el desprecio y la venganza convocó a la guerra santa a las más de mil quinientas almas villeneras (según Llorente). Tomando la consigna de que la mejor defensa es el ataque esgrimió para envidia de reptiles su viperina y maligna lengua contra los y las concejales ahora pertenecientes al grupo No Adscrito. Su discurso no sólo despreció al grupo citado, sino que tomando como chivo expiatorio al señor Richart se aventuró en terrenos propios de la mafia siciliana llegando a pedir a las mil quinientas personas (villeneras según Llorente) que le negaran el saludo, el contacto físico e incluso la mirada. Pidió que se les tratara como a apestados/as. Exhortó luego a esos y esas ausentes interlocutores/as a que no sólo entregaran sus actas, sino que se marcharan de Villena. Sedujo a esas mil quinientas personas (todas villeneras según Llorente) para introducirles la idea de que las personas pertenecientes al Grupo No Adscrito debían abandonar la ciudad. Como en la Edad Media, el reyecito Ripoll desterró al Grupo No Adscrito. Pero tristemente en el siglo XXI, viviendo en democracia, el reyecito Ripoll se conformó con encender entre sus fieles la idea de “matar socialmente” a sus enemigos/as.

Fueron más las consignas que se lanzaron en aquella cena. Las desconozco. Imagino que algunas destinadas a insultar a Zapatero al modo en que el pequinés ladra en la lejanía al pitbull. Imagino que otras destinadas al “apoyo” de su amigo Camps. En cualquier caso estoy contento de saber, como ustedes, cómo se las gasta, de qué pasta está hecho, nuestro representante provincial.

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