Apaga y vámonos

AVe María

No se me asuste ya el clero, que no voy a rajar de la Santa Madre Iglesia —no voy a rajar por el momento, puntualizo, que a todo cerdo le llega su San Martín— a pesar de que el título de esta columna sugiera lo contrario y de que motivos y ganas no faltan; tampoco voy a rajar de la nueva revista o boletín municipal, AV, esa publicación presentada recientemente y con la que yo, al igual que el PP pero por distintos motivos, no comulgo hasta ahora.
No voy a rajar de AV porque tendría que decir, en primer lugar, que me cuesta mucho entender que se dedique la contraportada a anunciar un evento —presentación del Diccionario Villenero de Soler— a celebrar el día 10 de noviembre cuando la revista se presentó ese mismo día 10 y llegó a los hogares villeneros, al menos al mío, pasada esa fecha. Pero en fin, doctores tiene la iglesia y ellos sabrán, que al fin y al cabo cada uno con su dinero hace lo que quiere… ¿Cómo dice, señora? ¿Que se ha hecho con dinero público? Anda, entonces sí que puedo explayarme un poco, que si nos ha costado 2.000 euros algo podremos decir de cara a próximos números y con el noble propósito de que salgan mejor que el primero. Por ejemplo, podían repasar la maquetación, incluso la tipografía, que convierten la lectura en un duro ejercicio en lugar de en un placer. Y afinar con el estilo de redacción. Y llevar cuidado con las faltas de ortografía, que no muchas pero alguna se ha colado. Y con las erratas, una de ellas flagrante, como la duplicación del texto en el artículo sobre la Feria del Campo, que con tanto copiar y pegar parece que seamos una potencia mundial en bodegas y almazaras, viveros, distribución de gasóleos y actividades comerciales y de servicios así como en bodegas y almazaras, viveros, distribución de gasóleos y actividades comerciales y de servicios… ¿me siguen, no?

Total, que por continuar con mi noble propósito de ciudadano concienciado y preocupado por las cosas de su ayuntamiento, que es el de todos, me voy a permitir aconsejar a los responsables de la edición de AV que copien a sus homólogos del Ministerio de Fomento y se ahorren estos disgustos. Quizá se pregunte algún lector curioso qué tienen que ver AV y Fomento, y no me vale que digan que dirige la revista José Ayelo, el mismo que está lidiando, junto a Tortosa y Úbeda, lo del soterramiento ese que cada día se presenta más raro. En realidad, lo que yo propongo es escribir lo mínimo para reducir las posibilidades de equivocarse, como ha hecho el citado Ministerio. A saber: lo que antes se llamaba AVE (Alta Velocidad Española), de la noche a la mañana y sin previo aviso ha pasado a llamarse AV, como nuestra revista, y quiere decir Alta Velocidad a secas (y no me busquen aquí más paralelismos entre estar “a secas” y algún que otro ministerio socialista de Medio Ambiente y No Trasvases, que les conozco). O sea, que se ha caído la palabra España de los vagones del ex-AVE, imagino que para darle gusto al Carod Rovira y sus muchachos. Y todo ello lo hemos descubierto en la inauguración del tren de alta velocidad que va de Madrid a Toledo y viceversa, que el día que llegue el AVE por fin a Barcelona vamos a ver qué nombre le ponemos. ¿Alta Velocitat de l´Estat antes anomenat Espanya? ¿Visca el Barça i visca Catalunya? ¿Estatut Express? ¡La mare que els ha parit!

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