AVE o Soterramiento
Está bien, hasta donde yo puedo entender de los cien miles de euros perdidos para la mejora de los accesos a la estación de Alta Velocidad casi recientemente inaugurada en Villena, esos cien miles de euros que el Partido Popular villenero anuncia perdidos por culpa de la gestión del actual tripartito, y esos cien miles de euros que desde Diputación manifiestan como inversión segura mediante cierto acuerdo verbal con el actual tripartito de nuestra ciudad. O lo que es lo mismo: existe una ayuda para la realización de los dichosos accesos a la que el tripartito no opta por las razones expuestas pero de la que nos beneficiaremos por un compromiso que se adquiere por parte de Diputación.
Lo que, según puedo entender, absorbe todos los esfuerzos en relación al problema real de nuestra ciudad: las vías. Lo que, al parecer y con toda probabilidad, constata que alejamiento o soterramiento venían a ser como galgos o podencos en la fábula de Tomás de Iriarte. Lo que deja de manifiesto que o bien se ha abandonado toda lucha, o que nunca ha existido, que hemos renunciado o que nos han arrollado los acontecimientos. Galgos o podencos que no solo no han reducido sustancialmente los bloqueos a los que el tráfico ferroviario somete a nuestra ciudad, sino que además, en los casos donde lo han hecho, han sumado encarecimiento y dificultad a nuestro tránsito.
El AVE no era buena idea, queridas personas, no al menos para nuestro beneficio: una hora más o menos de duración en nuestro viaje hasta Madrid. El AVE no era para nuestro uso, tampoco acertaría decir para quienes: cierto que escucho a Julia Otero o al señor Gómez Sieiro hablar de sus ventajas, pero difícilmente podría aplicarlas a nuestra cotidianeidad. El AVE en definitiva, pagado de nuestros bolsillos, parece que tampoco es la mejor solución en nuestro país, al menos en nuestro país, pese a los pingües beneficios obtenidos por las grandes empresas patrias, aquí y en su implantación en el extranjero. Beneficios que gracias al sistema recaudatorio estatal tampoco nos beneficia en nada.
Las barreras, nunca mejor dicho: cuatro barreritas pintadas con franjas blancas y rojas que más pronto que tarde siempre se acaban estropeando, siguen siendo un incordio y un peligro para nuestra población. Y es una lástima que ya no se hable de ellas. Pero peor es que no se hable de ellas porque el tema central se concentre en unos accesos a una millonaria estación de AVE que, quién no lo sabe, no es ni será realmente estímulo ni provecho ni necesidad. Unos accesos a la estación de AV que nos hacen olvidar y que dificultan todavía más el crecimiento de nuestra ciudad, el uso de nuestro entorno (díganselo a los vehículos que circulan hacia Yecla o el Polígono, o a quienes salen a andar, correr, circular en bicicleta por el camino viejo de las Virtudes).
Nos la vuelven a meter doblada y alguien debería comerse esos millones que tan bien podrían servir para algo de una vez a la ciudadanía. Galgos o podencos
¡pues ni unos ni otros! Al final
a comer tierra.