Viéndolas pasar

Barça – Madrid (Una columna surrealista)

¿Figuraba la actuación del árbitro del partido en el Preámbulo del Estatuto? ¿Lo hacía en el texto de su articulado? ¿Es un precio político? ¿Estaré viendo fantasmas? Sea como sea, está claro que los vientos que soplan no son favorables para los intereses del Real Madrid y eso, los aficionados como yo, con carné de “Madridista”, lo pagamos cada fin de semana.
El partido de fútbol del sábado pasado es de esos eventos que a uno, observador de pro, le gustaría estar viendo con varios monitores delante. En uno de ellos pondría una cámara con micrófono en el lugar en el que estuviese sentado Rovira. Otro de los monitores mostraría lo que se cuece en torno a Artur Mas, y en el último, estaría ZP.
Se preguntarán por qué no pondría uno en el palco para saber lo que dice el Presidente del Barça, y la respuesta es bien sencilla: Puedo intuir sus pensamientos. Son demasiados obvios. A ver si le metemos 6 al Madriz, con eso tengo mayoría absoluta y le quito el puesto a Maragall. Me puedo equivocar en el idioma, tal vez en el número de goles mínimo necesario para obtener la mayoría absoluta, pero, en el fondo del pensamiento, apuesto una de las 9 copas de Europa que tenemos los del Madrid a que no me equivoco.
Pitó penalti el señor ese de negro… ¿Arbitro? Bueno, si Vd. lo dice… se activa ipso facto el monitor de Rovira: Puigcercós, veus com no fan cas. Ya dije a ZP que tenía que ser penalti y expulsión, que me sabía a poco sólo el penalti. Nen, son incorregiblas nos descafeinan tot. El monitor de Mas reproduciría ese momento diciendo: Está bien, está bien. El penalti injusto a favor y les deduzco un 5% de la cesión del IRPF. Es lo acordado. Jordi, tranquil homa, que así podemos seguir negociando. El monitor de ZP mostraría a un José Luis hablando con un walkie-talkie: Medina ¿me recibes? Cambio. Mientras se ve en Canal 9 como el árbitro presta atención a su pinganillo. De nuevo ZP: Bien el penalti pero ahora pon talante, sácale amarilla, sólo amarilla.

Mientras, podrían darse llamadas cruzadas, por ejemplo Rovira llamaría a Moncloa: Si no expulsa a Roberto Carlos, no voto a favor ¿eh? Que voto no. Al cabo de unos minutos, de nuevo se observa que el árbitro se toca el vibrador que lleva en el brazo y habla como al aire: ¿Talante? El pesado éste nos está poniendo a parir a mí y al línea. ¿Qué hago, presi? Minutos de duda, zozobra en el ambiente, y se escucha: Roja, roja que se note que somos de izquierdas. Pero sonríe Medina, sonríe mientras le enseñas la cartulina y queda con él en el vestuario para dialogar. Talante, no se te olvide el talante.

Galopada de Ronaldo, se va de Puyol y supera a Víctor. Gol del empate y los teléfonos echando humo. José Luis, soy Mas, que así no ¿eh? Esto no es lo acordado. Mira a ver si lo arreglas. Puigcercós dice que esta provocación es inadmisible y Rovira se mantiene así, así, con lágrimas en los ojos y los puños apretados. Algo raro le pasa.

El gol sube al marcador. La cara del presidente deportivo aspirante a político es un poema, pues ve alejarse la posibilidad de rozar, siquiera, su oportunidad con el aval de haber derrotado al Madrid.

Ronaldo es derribado en el área aunque el árbitro dice que no es penalti. El monitor de Rovira lo muestra gritando: ¡¡Penalti, penalti!! abriéndose sin querer la chaqueta y dejando entrever una camiseta blanca en la que pone: “Beckham”.

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